Desde finales del 2018 la presidencia de la República ha estado planteando el Programa Sembrando Vida, (PSV) el cual (en principio) planea reforestar un millón de hectáreas con árboles frutales y maderables en el sureste mexicano.
La propuesta es bastante atractiva por lo cual es prioritaria en materia de política ambiental nacional, pero deberíamos asegurarnos de que esto no representa solo una nueva edición (aparentemente no neoliberal) de lo que gobiernos anteriores han propuesto. De esta manera, si hubiera funcionado, ya tendríamos varios pisos de vegetación en México. Y no, la situación está mucho peor cada día. Pero bueno, asumiendo y esperando que este proyecto estuviera bien pensado y consolidado, existen varias preguntas que uno haría: ¿Qué especies plantar? ¿Solo maderables y/o frutales? ¿Esto resolvería realmente el problema de la deforestación? ¿Se pueden plantar las mismas especies en todo México?
Todos sabemos y lo saben los políticos (aun muchos políticos) que México es un país Megadiverso. Esto se debe a la gran variedad orográfica, geológica, de climas, y de biotas (neártica y neotropical) que confluyen en el país. Es por ello, por lo que resulta indispensable considerar estos hechos para entender que lo que necesitamos es: sí, un PSV que implique eso, “sembrar vida”, pero diversificada. Es decir, además el beneficio para el ser humano, la naturaleza, su economía, particularmente para los productores del campo mexicano; por lo tanto, debe tener un impacto socio-bio-económico y cultural.
Para que dichas acciones sean contundentes, es necesario tomar en cuenta las diferentes regiones de nuestro País, ya que éste es megadiverso precisamente por su diversidad de biomas o tipos de vegetación, y por consecuencia su riqueza de especies. Es por ello que es imprescindible establecer realmente una estrategia regionalizada y basada en el estudio científico de las características particulares de la biodiversidad de cada unidad. Por ejemplo, no se pueden ofrecer las mismas alternativas en una selva alta perennifolia que en un desierto o un manglar, por ejemplo. Relacionado con lo anterior, si existe un tipo de vegetación prioritario para México, y se tuviera que seleccionar solo uno para su conservación este sería la selva baja caducifolia aquí denominada –de manera genérica- cómo el Trópico Seco (TS). Esto se debe a cinco características principales de ésta: i) está en grave peligro de desaparecer; ii) es representativa de México; iii) presenta un extraordinario nivel de endemismo, calculado en alrededor del 40% que comparado con el 5% del Trópico Húmedo (TH); iv) una gran parte de los mexicanos que viven en zonas rurales habitan en el TS, v) es uno de los tipos de vegetación más ricos, entre otras.
Y si creo que el Presidente es bien intencionado al pensar que el descubrió (de pronto) el hilo negro. Él piensa que es tan exitoso el PSV, que ya hasta está pensando exportarlo a Centro América. No, desafortunadamente este programa es un rotundo fracaso, no de ahorita, de siempre. Es decir -aparentemente-los mexicanos no habíamos pensado en plantar árboles desde hace mucho tiempo. Lo “único” que ha pasado es que, no hemos hecho lo conducente para optimizar dicho sueño. Realmente es muy simple: solo debemos incentivar y aplicar lo aprendido hasta el momento, por ejemplo, que: i) las plantas no se distribuyen (en el planeta y México) al azar, al menos la mayor parte de ellas; afortunadamente hay diferentes regiones del país. ii) hay, lo que se llaman especies endémicas y nativas de México, iii) la investigación científica si ayuda mucho al conocimiento de la nación, iv) los biólogos investigadores en biodiversidad de plantas mexicanas, sí sabemos mucho del tema y, son ellos y ellas los que tienen el conocimiento adquirido por mucho tiempo. Si no ha funcionado la reforestación, o la restauración ecológica, es porque no hemos hecho lo adecuado. La pregunta del millón es. ¿Qué están haciendo diferente de los sexenios anteriores? la respuesta es muy simpe: nada. Es decir, usamos llanos (terrenos muy degradados y sin nada de vegetación), plantas no nativas del paraje en cuestión, ponemos especies que no crecen en ciertos lugares, no dejamos crecer las plantas lo suficiente, y sobre todo (además), seguimos deforestando.
Fuera de esto, los mexicanos somo excelentes restauradores. Obviamente, lo anterior es una broma… de mal gusto. En realidad, sí creo en el Presidente de México; él es bien intencionado, sólo que él no está bien asesorado, de la misma forma que los anteriores presidentes del país.