/ sábado 23 de enero de 2021

A la leña y delgaditas

La neta es que esta pandemia que vivimos -como todas las crisis- se volvió un momento de oportunidad en muchos sectores, pero de manera focalizada, se observa en todas aquellas empresas y negocios que a pesar de las restricciones, pudieron seguir vendiendo sus productos o servicios.

Como ocurre de forma cíclica, las entregas a domicilio -sobre todo en motocicletas- volvieron a tener un momento clímax que ha permitido afortunadamente, que al menos ese porcentaje de inversiones que ha tenido que adaptarse a las nuevas necesidades del mercado, no termine en el cierre.

Algunos ya la llevaban avanzada, por ejemplo, la industria de la elaboración de pizzas, desde las cadenas nacionales e internacionales, hasta los changarros de cada colonia, que han sabido desde siempre que específicamente su producto, se consume mayormente en el hogar y la gente lo prefiere en la puerta de su casa.

Así que esta che pandemia -repito- afortunadamente entre sus desventuras, le ha permitido al menos a algunos, consolidar a su clientela y administrar la crisis de forma un poco menos violenta que como lo sufre el grueso de la población.

Bueno, todo este choro me sirve de preámbulo para decirles que esta semana que he tenido que estar encerrado, me decidí a pedir y devoré una pizza a la leña súper chingona de Pizza Real.

No son las pizzas a la leña que vas a comer en Sorrento, Marco Polo, o cualquier restaurante un poco más sofisticado, sino la misma versión artesanal pero en fast food.

La verdad es que están muy buenas: su masa es delgada pero crujiente en sus orillas, no son individuales pero tampoco se trata de la talla grande común de las pizzerias, no están hechas cuando llegas pero te la entregan en menos de 10 minutos y ves frente a tus ojos como amasan la harina, la condimentan y el sitio justo que ocupan dentro del horno que acaba de darles vida.

Hay ciertos ingredientes que en lo particular no acaban de convencerme, pero prácticamente todas las que tienen vegetales terminan siendo una delicia, además que su precio es también muy moderado, así que con facilidad puedes armarte un menú de varias para llevarlas a casa.

Pizza Real lleva un chorro de años, con sus sucursales de Cerritos, donde las pido yo acá por la Iglesia de Santa Catalina, y en San Diego. Lo único verdaderamente malo es que a pesar de 2021, aún no cobran con tarjeta. Eso sí, te las mandan y están en Uber y Didi, pero el horario es reducido por Covid, de 1 de la tarde a 9 de la noche.

Yo digo que para empezar te pidas unas dos de lo que sea.

La neta es que esta pandemia que vivimos -como todas las crisis- se volvió un momento de oportunidad en muchos sectores, pero de manera focalizada, se observa en todas aquellas empresas y negocios que a pesar de las restricciones, pudieron seguir vendiendo sus productos o servicios.

Como ocurre de forma cíclica, las entregas a domicilio -sobre todo en motocicletas- volvieron a tener un momento clímax que ha permitido afortunadamente, que al menos ese porcentaje de inversiones que ha tenido que adaptarse a las nuevas necesidades del mercado, no termine en el cierre.

Algunos ya la llevaban avanzada, por ejemplo, la industria de la elaboración de pizzas, desde las cadenas nacionales e internacionales, hasta los changarros de cada colonia, que han sabido desde siempre que específicamente su producto, se consume mayormente en el hogar y la gente lo prefiere en la puerta de su casa.

Así que esta che pandemia -repito- afortunadamente entre sus desventuras, le ha permitido al menos a algunos, consolidar a su clientela y administrar la crisis de forma un poco menos violenta que como lo sufre el grueso de la población.

Bueno, todo este choro me sirve de preámbulo para decirles que esta semana que he tenido que estar encerrado, me decidí a pedir y devoré una pizza a la leña súper chingona de Pizza Real.

No son las pizzas a la leña que vas a comer en Sorrento, Marco Polo, o cualquier restaurante un poco más sofisticado, sino la misma versión artesanal pero en fast food.

La verdad es que están muy buenas: su masa es delgada pero crujiente en sus orillas, no son individuales pero tampoco se trata de la talla grande común de las pizzerias, no están hechas cuando llegas pero te la entregan en menos de 10 minutos y ves frente a tus ojos como amasan la harina, la condimentan y el sitio justo que ocupan dentro del horno que acaba de darles vida.

Hay ciertos ingredientes que en lo particular no acaban de convencerme, pero prácticamente todas las que tienen vegetales terminan siendo una delicia, además que su precio es también muy moderado, así que con facilidad puedes armarte un menú de varias para llevarlas a casa.

Pizza Real lleva un chorro de años, con sus sucursales de Cerritos, donde las pido yo acá por la Iglesia de Santa Catalina, y en San Diego. Lo único verdaderamente malo es que a pesar de 2021, aún no cobran con tarjeta. Eso sí, te las mandan y están en Uber y Didi, pero el horario es reducido por Covid, de 1 de la tarde a 9 de la noche.

Yo digo que para empezar te pidas unas dos de lo que sea.

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