/ viernes 26 de abril de 2024

La música, el apoyo didáctico olvidado

Por Francisco Zúñiga Jiménez

La vida de estudiante de muchos de nosotros que tenemos entre 30 y 40 años fue significativamente difícil pues la mayoría vivimos gran parte de nuestra educación primaria y secundaria al margen de la falta de derechos infantiles y la educación dura e inflexible.

Recuerdo que, en la educación secundaria, uno de los momentos más esperados del día era dirigirnos a la clase de educación física y a las clases de artes que se impartían como asignatura curricular; la guitarra era el instrumento que todos queríamos aprender a manipular no importando cuanto tiempo costara por que era el instrumento predilecto por elección. El saberlo tocar te daba cierto prestigio y te colocaba dentro de los alumnos con mas popularidad, además de que te adentraba en un mundo en el cual la música se convertía en la disciplina mas hermosa de esta etapa de la vida.

La educación iba de la mano de las artes y el arte predilecta en la niñez y adolescencia era la música. Esta daba fortaleza a la formación educativa mediante la transmisión y puesta en practica de los valores, la responsabilidad, la igualdad, la socialización y la incorporación de los alumnos a obtener sincronía con otros seres humanos que compartían ese mismo gusto.

Corría la década de los años 90 cuando el entonces presidente de la República, Ernesto Zedillo, traía ideas europeas que poco pudo materializar hasta el final de su sexenio. La educación secundaria se volvió obligatoria, había nuevos libros de texto y se firmó el Acuerdo Nacional para la Modernización de la Educación. La música sufrió un cambio evolutivo ya que se encontraba centrada en el materialismo y la ostentación de los 80´s y se encaminó hacia una actitud mas crítica y realista de la sociedad.

En este sentido, los jóvenes se identificaban con la música ya que hablaban de sus preocupaciones y situaciones ordinarias; se originaron los artistas y la música más influyente de las futuras generaciones. La música era creada con un alma y con la necesidad de ser escuchada, nada se hacia de forma express, hacer un álbum tomaba de meses a años y el arte del disco tenía la misma importancia del contenido.

En nuestros tiempos, la música está pasando por tiempos de crisis en los que se confunde la música popular con los “productos express” que se comercializan, teniendo un serio impacto en las creencias de los escuchas, las cuales toman estos productos y les convierte en suyo, “mi música” definen los jovenes como la adopción de este producto provocando una “identidad”.

Utilizar este arte como apoyo didáctico es un medio para influir en la identidad de los estudiantes, una forma de expresión y comunicación en la que interviene el tiempo, los sonidos, el ritmo y el movimiento. Al mismo tiempo se desarrolla una personalidad sana e integra del individuo y se logra el desarrollo de aspectos socio afectivos y formación de hábitos.

Otro punto tiene que ver con visualizar la importancia de la música como contribuyente de la educación, ya que mejora la memorización y, a diferencia de lo que ofertan en este momento las redes sociales, promueve reacciones más allá de lo visual además de que motiva a los alumnos a la participación y la integración grupal. Tampoco hay que olvidar que también nutre la creatividad.

Ahora, según estudios realizados por Peterson en los que recogió artículos científicos durante el periodo del 2005 al 2010, en los cuales se vincula de manera significativa a la música con la neurociencia, encontró que la música está directamente vinculada con el desarrollo moral y espiritual en un 20%, con el desarrollo del cerebro y habilidades (33%), con el bienestar físico (20%) y con diferentes argumentos más en un 15%, demostrando que la música produce cambios físicos en el cerebro, además de que promueve la plasticidad (capacidad que no solo se adquiere durante la niñez si no durante toda la vida del ser humano) y la conexión en diferentes áreas del cerebro.

La musicalidad, de acuerdo a Reimer, también está conectada con la didáctica, la cual es exigida durante esta reforma a la Educación en México, sobre todo porque la didáctica es la forma en que el profesor realiza adecuaciones a los planes para lograr que el alumno pueda articular de manera apropiada aprendizajes, conocimiento del entorno y reconexión con los valores. Es ahí donde entra la musicalidad ya que, como dicen Regelski y Gates, la música contribuye a desarrollar conceptos de sociedad y cultura, por lo tanto, constituye una herramienta valiosa para desarrollar la educación intercultural.

Incluso Ángel Díaz Barriga agrega que “la realidad económica de América latina indica que tardaremos muchos años en incorporar realmente las tecnologías al desarrollo escolar (…) lo cual nos obliga, como ya lo hemos hecho, a desarrollar propuestas escolares haciendo uso del ingenio, de la creatividad y de lo sencillo y cotidiano”.

Queda sin embargo una duda, ¿la música adecuada puede ser aceptada como un apoyo didáctico dentro del aula? lo que no queda duda es que todo ser humano es, aún en su mínima expresión, un ser armónico y que algo que mas le agrada y que mas festejan los alumnos es ver un dispositivo de audio en el salón.

Así que lo más sensato y sano que se puede hacer en esta nueva forma de educar, es hacernos valer de distintos recursos que nos ayuden a crear ciencia y aprendizajes en los alumnos. La vida y la educación requiere de más música, los patios escolares necesitan más orgullo de los padres viendo a sus hijos desempeñándose artísticamente y volver a tener una niñez que prefiera tener un instrumento musical en la mano que un arma o un celular.

FRANCISCO ZÚÑIGA JIMÉNEZ es Licenciado en Ciencias de la Educación y Profesor de Primaria Federal, Egresado de la Universidad ETAC. Se encuentra estudiando la Maestría en Planeación, Evaluación y Gestión Educativa en el Centro Universitario Humanista en Educación (CUHE).

Por Francisco Zúñiga Jiménez

La vida de estudiante de muchos de nosotros que tenemos entre 30 y 40 años fue significativamente difícil pues la mayoría vivimos gran parte de nuestra educación primaria y secundaria al margen de la falta de derechos infantiles y la educación dura e inflexible.

Recuerdo que, en la educación secundaria, uno de los momentos más esperados del día era dirigirnos a la clase de educación física y a las clases de artes que se impartían como asignatura curricular; la guitarra era el instrumento que todos queríamos aprender a manipular no importando cuanto tiempo costara por que era el instrumento predilecto por elección. El saberlo tocar te daba cierto prestigio y te colocaba dentro de los alumnos con mas popularidad, además de que te adentraba en un mundo en el cual la música se convertía en la disciplina mas hermosa de esta etapa de la vida.

La educación iba de la mano de las artes y el arte predilecta en la niñez y adolescencia era la música. Esta daba fortaleza a la formación educativa mediante la transmisión y puesta en practica de los valores, la responsabilidad, la igualdad, la socialización y la incorporación de los alumnos a obtener sincronía con otros seres humanos que compartían ese mismo gusto.

Corría la década de los años 90 cuando el entonces presidente de la República, Ernesto Zedillo, traía ideas europeas que poco pudo materializar hasta el final de su sexenio. La educación secundaria se volvió obligatoria, había nuevos libros de texto y se firmó el Acuerdo Nacional para la Modernización de la Educación. La música sufrió un cambio evolutivo ya que se encontraba centrada en el materialismo y la ostentación de los 80´s y se encaminó hacia una actitud mas crítica y realista de la sociedad.

En este sentido, los jóvenes se identificaban con la música ya que hablaban de sus preocupaciones y situaciones ordinarias; se originaron los artistas y la música más influyente de las futuras generaciones. La música era creada con un alma y con la necesidad de ser escuchada, nada se hacia de forma express, hacer un álbum tomaba de meses a años y el arte del disco tenía la misma importancia del contenido.

En nuestros tiempos, la música está pasando por tiempos de crisis en los que se confunde la música popular con los “productos express” que se comercializan, teniendo un serio impacto en las creencias de los escuchas, las cuales toman estos productos y les convierte en suyo, “mi música” definen los jovenes como la adopción de este producto provocando una “identidad”.

Utilizar este arte como apoyo didáctico es un medio para influir en la identidad de los estudiantes, una forma de expresión y comunicación en la que interviene el tiempo, los sonidos, el ritmo y el movimiento. Al mismo tiempo se desarrolla una personalidad sana e integra del individuo y se logra el desarrollo de aspectos socio afectivos y formación de hábitos.

Otro punto tiene que ver con visualizar la importancia de la música como contribuyente de la educación, ya que mejora la memorización y, a diferencia de lo que ofertan en este momento las redes sociales, promueve reacciones más allá de lo visual además de que motiva a los alumnos a la participación y la integración grupal. Tampoco hay que olvidar que también nutre la creatividad.

Ahora, según estudios realizados por Peterson en los que recogió artículos científicos durante el periodo del 2005 al 2010, en los cuales se vincula de manera significativa a la música con la neurociencia, encontró que la música está directamente vinculada con el desarrollo moral y espiritual en un 20%, con el desarrollo del cerebro y habilidades (33%), con el bienestar físico (20%) y con diferentes argumentos más en un 15%, demostrando que la música produce cambios físicos en el cerebro, además de que promueve la plasticidad (capacidad que no solo se adquiere durante la niñez si no durante toda la vida del ser humano) y la conexión en diferentes áreas del cerebro.

La musicalidad, de acuerdo a Reimer, también está conectada con la didáctica, la cual es exigida durante esta reforma a la Educación en México, sobre todo porque la didáctica es la forma en que el profesor realiza adecuaciones a los planes para lograr que el alumno pueda articular de manera apropiada aprendizajes, conocimiento del entorno y reconexión con los valores. Es ahí donde entra la musicalidad ya que, como dicen Regelski y Gates, la música contribuye a desarrollar conceptos de sociedad y cultura, por lo tanto, constituye una herramienta valiosa para desarrollar la educación intercultural.

Incluso Ángel Díaz Barriga agrega que “la realidad económica de América latina indica que tardaremos muchos años en incorporar realmente las tecnologías al desarrollo escolar (…) lo cual nos obliga, como ya lo hemos hecho, a desarrollar propuestas escolares haciendo uso del ingenio, de la creatividad y de lo sencillo y cotidiano”.

Queda sin embargo una duda, ¿la música adecuada puede ser aceptada como un apoyo didáctico dentro del aula? lo que no queda duda es que todo ser humano es, aún en su mínima expresión, un ser armónico y que algo que mas le agrada y que mas festejan los alumnos es ver un dispositivo de audio en el salón.

Así que lo más sensato y sano que se puede hacer en esta nueva forma de educar, es hacernos valer de distintos recursos que nos ayuden a crear ciencia y aprendizajes en los alumnos. La vida y la educación requiere de más música, los patios escolares necesitan más orgullo de los padres viendo a sus hijos desempeñándose artísticamente y volver a tener una niñez que prefiera tener un instrumento musical en la mano que un arma o un celular.

FRANCISCO ZÚÑIGA JIMÉNEZ es Licenciado en Ciencias de la Educación y Profesor de Primaria Federal, Egresado de la Universidad ETAC. Se encuentra estudiando la Maestría en Planeación, Evaluación y Gestión Educativa en el Centro Universitario Humanista en Educación (CUHE).