Nada perdido anda Jorge Meade Ocaranza cuando reta a Cuauhtémoc Blanco a cascarear para hablar así de política. Estridente en su propuesta, el aspirante del Revolucionario Institucional a la gubernatura reconoce la ventaja que el ex futbolista le lleva y se trepa en su popularidad para pelearle al tú por tú, lo que le podría ganar algo de simpatía.
Habría que ver la respuesta que Blanco Bravo da al reto de Meade que puede ir en tres sentidos, primero ignorándola, lo que sólo provocaría nuevos y más seguidos retos –aunque a Cuauhtémoc Blanco le resultó como alcalde la estrategia de ser él mismo quien arengaba a sus contrarios y evitar los retos de los mismos, como candidato parece un riesgo excesivo bajarse de la imagen de buscabullas y evadir la invitación a su propia cancha.
Blanco Bravo también podría decir que no, lo que tendría el mismo efecto, aunque con el negativo adicional de evidenciar una elusión innecesaria contra un adversario que, hasta donde entendemos, no competiría realmente con el ex futbolista en eso de dar patadas, o por lo menos no se ha hecho famoso por ello. Las glorias deportivas que Jorge Meade ha presumido siempre son en el futbol americano. Así que Cuauhtémoc Blanco estaría evadiendo a un rival que no juega su deporte y que adicionalmente es el de mayor edad entre sus contendientes. Negarse entonces a una cáscara con Meade parecería excesiva precaución, característica incongruente con lo que ha sido tradicionalmente Blanco Bravo.
La última posibilidad, que parece espantar a los ortodoxos que manejan campañas es decir que sí, lo que significaría un riesgo en tanto la habilidad de Jorge Meade para debatir no es mayúscula, pero sí supera con creces a la de Blanco Bravo. Pero también permitiría a Blanco exhibir sus cualidades futboleras, su simpatía y carisma, y además, subir a Meade en la campaña probablemente significaría frenar de alguna manera el que para muchos es vertiginoso avance de Víctor Caballero quien se está convirtiendo, según dicen los que estudian probabilidades, en el candidato a quien se enfrentará verdaderamente Blanco Bravo.
Meade habría propuesto entonces, una ecuación de ganar-ganar, siempre que Blanco Bravo tome la decisión correcta. El problema es si entre la personalidad del candidato y la ortodoxia tradicional de los equipos de campaña podría haber quién le indique el camino a la decisión correcta.
Por cierto que hablando de decisiones correctas, en el comité central de Morena, ya metieron en cintura a Rabindranath Salazar Solorio, y le ordenaron prestar sus juguetes -candidaturas en este caso- a los nuevos amiguitos de Andrés Manuel López Obrador, Cuauhtémoc y su banda del PES. De cumplir con la instrucción, el candidato a la alcaldía de Cuernavaca sería el ex árbitro de futbol, Gilberto Alcalá Pineda (dicen los maloras en bromas que si ya lo cubrió como futbolista ni trabajo le va a costar ahora en la alcaldía), o en un terrible rebote de esos tenebrosos, el actual dirigente del PES en Morelos, José Luis Gómez Borbolla. Así de bipolares.
Lo conocí hace años cuando yo iniciaba en el periodismo escrito; lustros después llegué a El Sol de Cuernavaca, su casa, y he tenido de él siempre amistad, respeto, colaboración y profesionalismo, explicaciones cada una y todas ellas de porqué ha podido cumplir ya 40 años en nuestro periódico, del que es una pieza fundamental con sus fotos, sus opiniones y su trabajo. El secreto, creo, es que sigue siendo un niño. Valga el espacio para felicitar a quien me honra con su amistad, Froylán Trujillo, por cuatro décadas como fotoperiodista en El Sol de Cuernavaca. Que vengan muchos más.
Twitter: @martinellito
Correo electrónico: dmartinez@elsoldecuernavaca.com.mx