Antes de las reglas de paridad de género y de la enorme atomización de la clase política en hasta once partidos políticos, la primera posición de las diputaciones plurinominales correspondía a quien, en esencia, llevaría el peso de la coordinación parlamentaria y garantizaría que la voz de su partido (o su grupo interno), se escuchara en el legislativo. Porque la política había sido un territorio de varones, la posición regularmente recaía en un hombre aunque, en escenarios de mucha variedad de alternativas, podría colocarse a mujeres.
A partir de las normas de paridad de género, la postulación de esa primera posición en los listados de plurinominales se complicó enormemente considerando que los partidos no “habían formado” (en el entendido de adiestrado para mantener en control) a cuadros femeninos para cumplir con el famoso requisito de la paridad. Lo más difícil vino cuando se aprobaron los criterios de acción afirmativa que obligan a los partidos políticos en Morelos a que la primera posición en los listados de representación proporcional sea ocupada por una mujer lo que complicó enormemente a las franquicias morelenses la ubicación de sus cuadros favoritos en los privilegiados espacios.
Mucho más complicado volvieron el proceso de designación de esa primera posición la ampliación de los partidos políticos en Morelos hasta once, y la reducción de espacios de representación a 20, 12 de mayoría relativa y sólo ocho de representación proporcional. La elevación en la cuota para representación proporcional derivada de ello, y el proceso de franca desaparición de los partidos mayoritarios, hace que sea muy probable que los ocho espacios plurinominales se repartan entre igual número de partidos, en tanto es muy probable que por lo menos ocho rebasen el cinco por ciento de la votación total emitida para lograr una curul por ese principio.
De hecho, la prohibición hecha a los partidos Verde Ecologista y del Trabajo, y la escasa preferencia que registra el partido Humanista de Morelos, hacen que prácticamente pueda cantarse ya el resultado de la asignación de plurinominales en Morelos, primero en un bloque de los cuatro partidos que podrían obtener la mayor votación, y luego en los que es muy probable superen la cuota de votos requerida.
De ser así, las ocho diputadas que estarían, según las proyecciones de especialistas, ya prácticamente dentro del Congreso del estado son, del primer bloque, Dalila Morales Sandoval, PAN; Yarina Morales Coronel o Yolanda Demesa Gómez, Morena (condicionado a que el partido libre las sanciones impuestas por el Impepac); Rosalina Mazari Espín, PRI; y Rosalinda Rodríguez Tinoco, PRD. En el segundo bloque se ubicarían Ana Cristina Guevara Martínez, de Movimiento Ciudadano; Blanca Nieves Sánchez Arano, de Nueva Alianza; Grethel Nancy Strebel, del PES; y Melissa Torres Sandoval, del PSD (en efecto, se trata de la esposa de Rodrigo Gayosso Cepeda, actual diputada federal por el PES).
Rosalina Mazari siempre ha sido priista y podríamos decir que es la mujer que mejor ejemplifica al tricolor morelense; Grethel Nancy Strebel, también debe su carrera entera al PES, con cuyo grupo de poder está ampliamente identificada (asumimos que el partido debe tener alguna plataforma ideológica, pero también que debe ser sumamente discreta); Blanca Nieves Sánchez Arano es una gran mujer, siempre activa en el sindicalismo, pero difícilmente identificable con el PANAL, mucho más cuando ya había sido candidata a legisladora por el PRT; Melissa Torres dista de una cercanía ideológica con el PSD, pero representa más que bien un grupo de poder, integrado por Rodrigo Gayosso y los hermanos Julio César y Roberto Carlos Yáñez Moreno. Y así, no se trata ya de purezas ideológicas sino de conservación de los grupos de poder.
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