/ lunes 22 de octubre de 2018

Xenofobia a la mexicana

“Ya hace bastante tiempo que vivimos en una sociedad mundial, de manera que las tesis de los espacios cerrados son ficticias. No hay ningún país o grupo que pueda vivir al margen de los demás” Ulrich Beck.

Los conceptos de globalización, ciudades globales, soberanía o Estado Nación, tuvieron grandes retos el viernes pasado; el Gobierno Federal debió definir entre acoger a los latinoamericanos o cumplir con los compromisos impuestos por los Estados Unidos; en pocas palabras, proteger al indefenso o servir al poderoso; eligió la segunda opción.

Las crudas imágenes de niñas y niños cuya protección materna o paterna fue incapaz de contener sus miedos, sus lágrimas y desesperación por los gases lacrimógenos lanzados por la policía federal, han dado la vuelta al mundo.

Son migrantes cuyo instinto de supervivencia los impulsa a dejar sus países de origen ante la miseria, escasos empleos, nulas oportunidades de desarrollo y todo, aún y cuando saben que lo único por encontrar en el tránsito y en su destino es odio, discriminación, represión y hasta violencia.

El historiador Enrique Krauze apuntó “Hoy México ha traicionado esa vocación de abrigo y fraternidad” y es que la labor de contención del gobierno fue legitimada por gran parte de los mexicanos, quienes expresaron en redes sociales xenofobia, ese rechazo sufrido durante años por nuestros propios familiares en Estados Unidos.

Hoy existe xenofobia de reacción en nuestro país:“México no está para salvar inmigrantes," “vienen para robarle el trabajo a los mexicanos” “son delincuentes por eso huyen de su país”“la policía actuó bien, deben ser duros por la soberanía y seguridad nacional". Dichas expresiones representan el mismo discurso de extremistas “blancos” en el vecino país; estamos ante lo más criticado a Donald Trump cuando llamó a nuestros hermanos mexicanos “violadores”.

Mas ninguno podemos determinar si entre los integrantes de la caravana hay delincuentes, eso es competencia de los juzgadores; lo cierto es que las organizaciones y reportajes de medios con difusión internacional, retratan a familias llevando pequeñitos de temprana edad en hombros de sus padres, quienes caminan por varias horas para lograr su “sueño americano”.

Las declaraciones inmediatas del Presidente Donald Trump agradeciendo la obediencia de México terminaron de hundir la actuación del Gobierno, “México se doblega ante Trump” fue el encabezado del semanario Proceso. En tanto, el periodista Jorge Ramos apuntó: “Ocurrió lo peor. El gobierno de @epn se ha convertido, de hecho, en la policía migratoria de Donald Trump. Que poca solidaridad de México con sus hermanos centroamericanos. Lo peor, al separar a madres y niños del resto en la frontera con Guatemala, México está separando familias”.

Quizá muchos mexicanos dirán que nuestras condiciones no son idóneas para ayudar a migrantes, incluso que concentremos los esfuerzos y recursos en nuestra población pobre y en efecto, México tiene enormes problemas, pero los mismos chiapanecos con los rezagos de su Entidad, fueron los primeros en acudir a brindar ayuda a las familias extranjeras.

Hoy tenemos nuevos retos, la reacción de la autoridad debe ser integral: ayuda humanitaria, respeto a sus derechos fundamentales, seguridad para los migrantes y contención de problemas de salud pública, así como campañas preventivas sobre la xenofobia, son algunos de los problemas a atender.

Muchos hemos lamentado la situación de los sirios, hemos cuestionado que en Europa algunos países bloquean el asilo humanitario. Otros se conmueven ante la crisis de Venezuela y también criticamos a Brasil por su renuencia a recibir venezolanos, pero cuando el asunto nos pone a prueba, entonces sólo queremos mantenernos como observadores.

Desde los años 80´s la globalización es una realidad y cada vez tiene más fuerza, México ha formado parte del proceso que no es sólo económico, sino implica el reconocimiento y medidas de respeto a los derechos humanos, pero también trae consigo la desterritorialización con un palpable intercambio cultural, un fenómeno migratorio en expansión, sociedades cosmopolitas que se imponen ante las fobias de un concepto de soberanía rebasado.

“Ya hace bastante tiempo que vivimos en una sociedad mundial, de manera que las tesis de los espacios cerrados son ficticias. No hay ningún país o grupo que pueda vivir al margen de los demás” Ulrich Beck.

Los conceptos de globalización, ciudades globales, soberanía o Estado Nación, tuvieron grandes retos el viernes pasado; el Gobierno Federal debió definir entre acoger a los latinoamericanos o cumplir con los compromisos impuestos por los Estados Unidos; en pocas palabras, proteger al indefenso o servir al poderoso; eligió la segunda opción.

Las crudas imágenes de niñas y niños cuya protección materna o paterna fue incapaz de contener sus miedos, sus lágrimas y desesperación por los gases lacrimógenos lanzados por la policía federal, han dado la vuelta al mundo.

Son migrantes cuyo instinto de supervivencia los impulsa a dejar sus países de origen ante la miseria, escasos empleos, nulas oportunidades de desarrollo y todo, aún y cuando saben que lo único por encontrar en el tránsito y en su destino es odio, discriminación, represión y hasta violencia.

El historiador Enrique Krauze apuntó “Hoy México ha traicionado esa vocación de abrigo y fraternidad” y es que la labor de contención del gobierno fue legitimada por gran parte de los mexicanos, quienes expresaron en redes sociales xenofobia, ese rechazo sufrido durante años por nuestros propios familiares en Estados Unidos.

Hoy existe xenofobia de reacción en nuestro país:“México no está para salvar inmigrantes," “vienen para robarle el trabajo a los mexicanos” “son delincuentes por eso huyen de su país”“la policía actuó bien, deben ser duros por la soberanía y seguridad nacional". Dichas expresiones representan el mismo discurso de extremistas “blancos” en el vecino país; estamos ante lo más criticado a Donald Trump cuando llamó a nuestros hermanos mexicanos “violadores”.

Mas ninguno podemos determinar si entre los integrantes de la caravana hay delincuentes, eso es competencia de los juzgadores; lo cierto es que las organizaciones y reportajes de medios con difusión internacional, retratan a familias llevando pequeñitos de temprana edad en hombros de sus padres, quienes caminan por varias horas para lograr su “sueño americano”.

Las declaraciones inmediatas del Presidente Donald Trump agradeciendo la obediencia de México terminaron de hundir la actuación del Gobierno, “México se doblega ante Trump” fue el encabezado del semanario Proceso. En tanto, el periodista Jorge Ramos apuntó: “Ocurrió lo peor. El gobierno de @epn se ha convertido, de hecho, en la policía migratoria de Donald Trump. Que poca solidaridad de México con sus hermanos centroamericanos. Lo peor, al separar a madres y niños del resto en la frontera con Guatemala, México está separando familias”.

Quizá muchos mexicanos dirán que nuestras condiciones no son idóneas para ayudar a migrantes, incluso que concentremos los esfuerzos y recursos en nuestra población pobre y en efecto, México tiene enormes problemas, pero los mismos chiapanecos con los rezagos de su Entidad, fueron los primeros en acudir a brindar ayuda a las familias extranjeras.

Hoy tenemos nuevos retos, la reacción de la autoridad debe ser integral: ayuda humanitaria, respeto a sus derechos fundamentales, seguridad para los migrantes y contención de problemas de salud pública, así como campañas preventivas sobre la xenofobia, son algunos de los problemas a atender.

Muchos hemos lamentado la situación de los sirios, hemos cuestionado que en Europa algunos países bloquean el asilo humanitario. Otros se conmueven ante la crisis de Venezuela y también criticamos a Brasil por su renuencia a recibir venezolanos, pero cuando el asunto nos pone a prueba, entonces sólo queremos mantenernos como observadores.

Desde los años 80´s la globalización es una realidad y cada vez tiene más fuerza, México ha formado parte del proceso que no es sólo económico, sino implica el reconocimiento y medidas de respeto a los derechos humanos, pero también trae consigo la desterritorialización con un palpable intercambio cultural, un fenómeno migratorio en expansión, sociedades cosmopolitas que se imponen ante las fobias de un concepto de soberanía rebasado.

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