/ martes 4 de enero de 2022

2022: año de inauguración, consulta y elecciones

Comienza un nuevo año de la vida nacional con las mejores perspectivas para la izquierda mexicana, ya que existe la posibilidad de que se apruebe la Reforma Eléctrica, propuesta por el presidente AMLO; tendremos la inauguración del aeropuerto Internacional “Felipe Ángeles” y, además, habrá elecciones para gobernador en 6 entidades, donde es muy probable que la izquierda democrática (Morena-PT-PVEM) continúe su avance arrollador cumpliendo con las metas de la Cuarta Transformación.

Será un año nutrido de logros, metas cumplidas y nuevos retos que presenta nuestra historia. La sociedad civil mexicana se ha fortalecido en gran medida, y sus avances se hacen notar porque cada día es más reducido el espacio de influencia de la derecha. Los partidos y grupos de élite que antes explotaron y reprimieron a los mexicanos, han recibido merecido rechazo de una población cada día más consciente, madura y demandante.

Esto último se mostrará sin duda alguna en la consulta acerca de la revocación de mandato que tendrá lugar el próximo mes de abril. Esa consulta, planteada inicialmente por los empresarios agrupados en los organismos cupulares en un momento de crisis, hoy es objeto de boicot por ellos mismos, ya que se han dado cuenta que es innecesaria y peligrosa.

Innecesaria (para ellos) porque AMLO va a arrasar en las boletas. No cabe la menor duda. Y peligrosa porque va a sentar el precedente necesario para que ningún mandatario –electo bajo las siglas de cualquier partido o coalición—se atreva a robar, reprimir o violar los compromisos establecidos con el pueblo. La participación de la sociedad en su conjunto aterra a los grupos de derecha, acostumbrados a decidir todo en pequeñas reuniones, en petit comités.

Con relación a los debates de la Reforma Eléctrica, hasta el momento han sido feroces. Ya se dieron los primeros escarceos. Los intereses de las compañías eléctricas extranjeras no van a ceder el terreno. Y van a pelear hasta el final, sin importar que su política haya quedado al desnudo en varias partes, como en España y en toda Europa, donde los precios de la energía eléctrica han aumentado de manera exponencial, en momentos que la población sufre bajo el impacto de tormentas invernales y temperaturas congelantes.

Lo que viene para los mexicanos en este año 2022 es un calendario político alucinante: a principios de año la Refinería de Deer Park, en Texas, comenzará a procesar crudo mexicano para satisfacer el mercado nacional; el 21 de marzo se realizará la inauguración oficial del aeropuerto internacional “Felipe Ángeles”, el tercero más grande del país; en abril se realizará la consulta sobre revocación de mandato, y en junio se realizarán las elecciones para gobernador en 6 entidades del país: Hidalgo, Tamaulipas, Durango, Aguascalientes, Oaxaca y Quintana Roo.

El nuevo aeropuerto del área metropolitana, ubicado en Santa Lucía, tendrá sin duda un éxito rotundo. Su antecedente es la fallida construcción del aeropuerto de Texcoco, proyectado como un negocio de la élite a un costo altísimo, y realizado más como un operativo de especulación con terrenos que como solución al problema de la saturación del aeropuerto “Benito Juárez”.

En seguida, en abril los mexicanos acudiremos a votar en una consulta que seguramente arrojará una victoria contundente del presidente AMLO –consulta convocada con base en firmas de la población que todos los partidos de izquierda contribuimos a recabar-- pero que, sobre todo, cumplirá con uno de los objetivos más valiosos de la sociedad civil, ya que significa la posibilidad de remover libremente, en ejercicio de la soberanía popular, a cualquier gobernante que haya defraudado las esperanzas del pueblo, o lo haya reprimido. Y esa remoción, de carácter constitucional, incluiría a funcionarios que hubieran sido electos bajo las banderas de los partidos de izquierda.

Más adelante, en junio los ciudadanos de las entidades mencionadas acudirán a las urnas. Los trabajos de selección de las y los candidatos de los partidos o coaliciones ya han producido las primeras fisuras. En todos los partidos y coaliciones, incluyendo los de la izquierda democrática, hay reclamos de precandidatos que alegan varias irregularidades en los procedimientos.

Eso traerá seguramente reacomodo de los precandidatos derrotados en las filas de otros partidos. En el caso del PRI, es particularmente grave que el gobernador de Hidalgo, Omar Fayad, haya tronado contra el dirigente de su propio partido, Alito Moreno, del tricolor, por haber sido desplazado de la decisión acerca de la candidatura, y además porque esa posición se entregó al PAN, sin tomar en cuenta que Hidalgo ha sido tradicionalmente gobernado por el PRI, y donde el PAN ha tenido una presencia puramente testimonial.

En todas las entidades mencionadas, salvo en Aguascalientes, la coalición de izquierda tiene la mayoría de las preferencias electorales. Pero hay que hacer una observación: en marzo se habrá inaugurado el aeropuerto internacional “Felipe Ángeles”, con lo cual aumentará el prestigio de AMLO y la coalición de izquierda, y seguramente se verá reflejado en las campañas electorales que se emprendan.

Lo anterior quiere decir que, aún antes de comenzar las campañas formales en las 6 entidades, los bonos y el prestigio de la izquierda habrán aumentado sustancialmente, lo cual agregará un plus a las campañas de la coalición progresista. Y por lo mismo, ese impulso acentuará las posibilidades de triunfo en 5 de las 6 entidades, y pondrá gravemente en riesgo la posible victoria panista en Aguascalientes.

En síntesis: la expectativa es muy buena para la izquierda mientras las posibilidades de los grupos reaccionarios se irán reduciendo. Esta es la tendencia general, cada vez más acentuada, y lo saben muy bien las casas encuestadoras. El prestigio de AMLO crecerá mucho más y bañará las campañas de los partidos coaligados en la izquierda.

Esta concatenación de hechos se está produciendo en medio de un vendaval de críticas que a diario formulan los medios y los voceros de la derecha, aunque lo hagan con amargura creciente. La derecha se conforma con derribar una estatua de AMLO y luego festinar el hecho, mientras la izquierda democrática ha derribado un régimen corrupto que duró más de 30 años.

La victoria se escapa de las manos a los neoliberales y no encuentran la fórmula para detener una caída tan pronunciada. Durante el viejo régimen eran los dueños del circo. Hoy apenas alcanzan a ser el payaso de las bofetadas.

Comienza un nuevo año de la vida nacional con las mejores perspectivas para la izquierda mexicana, ya que existe la posibilidad de que se apruebe la Reforma Eléctrica, propuesta por el presidente AMLO; tendremos la inauguración del aeropuerto Internacional “Felipe Ángeles” y, además, habrá elecciones para gobernador en 6 entidades, donde es muy probable que la izquierda democrática (Morena-PT-PVEM) continúe su avance arrollador cumpliendo con las metas de la Cuarta Transformación.

Será un año nutrido de logros, metas cumplidas y nuevos retos que presenta nuestra historia. La sociedad civil mexicana se ha fortalecido en gran medida, y sus avances se hacen notar porque cada día es más reducido el espacio de influencia de la derecha. Los partidos y grupos de élite que antes explotaron y reprimieron a los mexicanos, han recibido merecido rechazo de una población cada día más consciente, madura y demandante.

Esto último se mostrará sin duda alguna en la consulta acerca de la revocación de mandato que tendrá lugar el próximo mes de abril. Esa consulta, planteada inicialmente por los empresarios agrupados en los organismos cupulares en un momento de crisis, hoy es objeto de boicot por ellos mismos, ya que se han dado cuenta que es innecesaria y peligrosa.

Innecesaria (para ellos) porque AMLO va a arrasar en las boletas. No cabe la menor duda. Y peligrosa porque va a sentar el precedente necesario para que ningún mandatario –electo bajo las siglas de cualquier partido o coalición—se atreva a robar, reprimir o violar los compromisos establecidos con el pueblo. La participación de la sociedad en su conjunto aterra a los grupos de derecha, acostumbrados a decidir todo en pequeñas reuniones, en petit comités.

Con relación a los debates de la Reforma Eléctrica, hasta el momento han sido feroces. Ya se dieron los primeros escarceos. Los intereses de las compañías eléctricas extranjeras no van a ceder el terreno. Y van a pelear hasta el final, sin importar que su política haya quedado al desnudo en varias partes, como en España y en toda Europa, donde los precios de la energía eléctrica han aumentado de manera exponencial, en momentos que la población sufre bajo el impacto de tormentas invernales y temperaturas congelantes.

Lo que viene para los mexicanos en este año 2022 es un calendario político alucinante: a principios de año la Refinería de Deer Park, en Texas, comenzará a procesar crudo mexicano para satisfacer el mercado nacional; el 21 de marzo se realizará la inauguración oficial del aeropuerto internacional “Felipe Ángeles”, el tercero más grande del país; en abril se realizará la consulta sobre revocación de mandato, y en junio se realizarán las elecciones para gobernador en 6 entidades del país: Hidalgo, Tamaulipas, Durango, Aguascalientes, Oaxaca y Quintana Roo.

El nuevo aeropuerto del área metropolitana, ubicado en Santa Lucía, tendrá sin duda un éxito rotundo. Su antecedente es la fallida construcción del aeropuerto de Texcoco, proyectado como un negocio de la élite a un costo altísimo, y realizado más como un operativo de especulación con terrenos que como solución al problema de la saturación del aeropuerto “Benito Juárez”.

En seguida, en abril los mexicanos acudiremos a votar en una consulta que seguramente arrojará una victoria contundente del presidente AMLO –consulta convocada con base en firmas de la población que todos los partidos de izquierda contribuimos a recabar-- pero que, sobre todo, cumplirá con uno de los objetivos más valiosos de la sociedad civil, ya que significa la posibilidad de remover libremente, en ejercicio de la soberanía popular, a cualquier gobernante que haya defraudado las esperanzas del pueblo, o lo haya reprimido. Y esa remoción, de carácter constitucional, incluiría a funcionarios que hubieran sido electos bajo las banderas de los partidos de izquierda.

Más adelante, en junio los ciudadanos de las entidades mencionadas acudirán a las urnas. Los trabajos de selección de las y los candidatos de los partidos o coaliciones ya han producido las primeras fisuras. En todos los partidos y coaliciones, incluyendo los de la izquierda democrática, hay reclamos de precandidatos que alegan varias irregularidades en los procedimientos.

Eso traerá seguramente reacomodo de los precandidatos derrotados en las filas de otros partidos. En el caso del PRI, es particularmente grave que el gobernador de Hidalgo, Omar Fayad, haya tronado contra el dirigente de su propio partido, Alito Moreno, del tricolor, por haber sido desplazado de la decisión acerca de la candidatura, y además porque esa posición se entregó al PAN, sin tomar en cuenta que Hidalgo ha sido tradicionalmente gobernado por el PRI, y donde el PAN ha tenido una presencia puramente testimonial.

En todas las entidades mencionadas, salvo en Aguascalientes, la coalición de izquierda tiene la mayoría de las preferencias electorales. Pero hay que hacer una observación: en marzo se habrá inaugurado el aeropuerto internacional “Felipe Ángeles”, con lo cual aumentará el prestigio de AMLO y la coalición de izquierda, y seguramente se verá reflejado en las campañas electorales que se emprendan.

Lo anterior quiere decir que, aún antes de comenzar las campañas formales en las 6 entidades, los bonos y el prestigio de la izquierda habrán aumentado sustancialmente, lo cual agregará un plus a las campañas de la coalición progresista. Y por lo mismo, ese impulso acentuará las posibilidades de triunfo en 5 de las 6 entidades, y pondrá gravemente en riesgo la posible victoria panista en Aguascalientes.

En síntesis: la expectativa es muy buena para la izquierda mientras las posibilidades de los grupos reaccionarios se irán reduciendo. Esta es la tendencia general, cada vez más acentuada, y lo saben muy bien las casas encuestadoras. El prestigio de AMLO crecerá mucho más y bañará las campañas de los partidos coaligados en la izquierda.

Esta concatenación de hechos se está produciendo en medio de un vendaval de críticas que a diario formulan los medios y los voceros de la derecha, aunque lo hagan con amargura creciente. La derecha se conforma con derribar una estatua de AMLO y luego festinar el hecho, mientras la izquierda democrática ha derribado un régimen corrupto que duró más de 30 años.

La victoria se escapa de las manos a los neoliberales y no encuentran la fórmula para detener una caída tan pronunciada. Durante el viejo régimen eran los dueños del circo. Hoy apenas alcanzan a ser el payaso de las bofetadas.