/ miércoles 6 de marzo de 2024

Comenzaron en marzo las tres campañas presidenciales

Desde el primer minuto del viernes 1 de marzo, se desplegaron por todo el país las actividades de proselitismo de las tres candidaturas que compiten por la presidencia de la República: en Zacatecas comenzó el PRIAN; en Jalisco el candidato de MC y en la capital del país Claudia Sheinbaum, quien lo hizo en medio de un escenario espectacular.

El inicio de campaña de Xóchitl Gálvez pretendió ser dramático pero solo alcanzó a ser grotesco. Comenzó en Fresnillo, Zacatecas --una de las regiones más golpeadas por la violencia-- y continuó en Guanajuato, siempre usando el miedo como arma principal de motivación. Y en un desplante histriónico, estampó en un documento la huella de su dedo con sangre, buscando con ese método suplir su falta de credibilidad. Ese acto solo recordó los gestos teatrales de Enrique Peña Nieto, cuando firmaba sus compromisos ante notario público.

En Lagos de Moreno, Jalisco, una de las dos entidades gobernadas por MC, inició su campaña el candidato Jorge Álvarez Máynez con un acto desangelado, en el cual su presencia pasó casi desapercibida para los medios nacionales. En los hechos, las pretensiones políticas de MC se han reducido a conservar el registro electoral, principal fuente de ingresos para los políticos que manejan esa franquicia.

Los emecistas pretendieron el año pasado convertirse en “la tercera vía”, pero esta se volvió impracticable en la presente situación, cuando los polos políticos se han distanciado mucho, no por el volumen de la población involucrada sino a causa de las pasiones enconadas, que se desataron a raíz de los montajes prianistas. Álvarez Máynez viajará durante su campaña nacional a bordo del “fosfobús”, prolongación del colorido impreso en los famosos tenis de la pareja regiomontana.

Vayamos por partes: la izquierda nacional –Morena-PT-PVEM—comienza la campaña en las mejores condiciones posibles. Empieza mejor que en ninguna otra ocasión de su historia, incluyendo la victoriosa campaña del 2018. Hay muchas razones que lo han hecho posible:

  • La izquierda marcha unificada, sin rupturas entre sus diversas expresiones. Hay unidad entre los partidos, y sus figuras principales (Marcelo Ebrard, Ricardo Monreal) están participando en diversos niveles.
  • Las organizaciones del empresariado mexicano –o al menos algunos de sus miembros-- en su mayoría simpatizan con la candidatura de Claudia Sheinbaum, entre ellas del Consejo Coordinador Empresarial (CCE) y del Consejo Mexicano de Negocios (CMN). Algunos empresarios de las PYMES se han convertido en promotores de la campaña de Claudia. Debemos tomar en consideración que en elecciones anteriores, los empresarios mexicanos apoyaron en su mayoría a los candidatos de la derecha.
  • Los aparatos que controlan el proceso electoral (INE, TEPJF) muestran menos beligerancia contra la candidatura de la izquierda. Recordemos que en 2018 el INE era presidido por Lorenzo Córdova, hoy convertido en abierto líder de la derecha, en tanto el TEPJF ha cambiado su directiva, precisamente porque la anterior estaba muy parcializada en favor del panismo.

Por el contrario, la candidatura de Xóchitl Gálvez navega en medio de muchos problemas. Para empezar, tiene una desventaja en las encuestas de entre 20 y 30 puntos porcentuales. Si tomamos en cuenta que cada punto porcentual equivale a 650 mil votos –según analistas-- la distancia entre ambas candidatas es de 15 millones de sufragios. La exsenadora por Hidalgo tiene todo en contra, ya que exhibe una ignorancia de dimensión enciclopédica –sobre todo en temas ambientales y de desarrollo— por lo cual la sitúa en desventaja en los inminentes debates con Claudia Sheinbaum, una mujer estudiosa y analítica.

Estamos a principios de marzo. Para el 29 de mayo faltan 90 días. Con el ritmo actual, lo más probable es que esa diferencia aumente, ya que Xóchitl Gálvez se nota cada día más rebasada por los hechos, y su campaña de ocurrencias, desatinos y desplantes marcha al garete.

Es previsible que MC, por su lado, apenas logre conservar su registro electoral. Su acelerado declive comenzó con el fracaso de Samuel García –gobernador de Nuevo León—en su intento por ser candidato del partido naranja. Jorge Álvarez Máynez no tiene ninguna carta fuerte en las manos: no es buen orador; no tiene ideas propias, experiencia administrativa ni proyecto de nación. Su lema de campaña, derivada de una verborrea confusa sobre “la nueva política” carece de sustancia. Al igual que el PRIAN, su fracaso puede ser estrepitoso.

Es importante señalar que la reciente guerra sucia contra la izquierda financiada por grandes intereses nacionales y extranjeros acaba de sufrir un fracaso rotundo. Las dos oleadas recientes (lanzadas por la DEA y el New York Times) atacando el prestigio personal del presidente AMLO y de la candidata Claudia Sheinbaum, fueron un fiasco. No lograron bajar la popularidad del presidente ni afectar la campaña presidencial.

Con su discurso repleto de resonancias apocalípticas, Xóchitl Gálvez no ha logrado penetrar en los sectores populares. Su discurso del miedo puede impactar en regiones muy golpeadas por la violencia, pero son aisladas, y por lo mismo no afecta al resto del país, donde cada día es menor la percepción de inseguridad, de acuerdo con recientes encuestas del INEGI.

Lo más probable es que el fracaso de la derecha en las próximas elecciones haga reflexionar a sus patrocinadores. No porque sean dirigentes que usen el método de la autocrítica, sino porque ese tipo de candidaturas ya no les convienen, son obsoletas. La juventud en México está muy politizada, y cuenta con múltiples opciones para obtener información ágil y veraz. Los jóvenes de hoy miran con interés festivo (como si fuera broma) que la exsenadora Gálvez se lastime un dedo para reafirmar con sangre sus intenciones de cumplir sus promesas, formuladas en medio de brincos y contorsiones. Xóchitl logró con sus actos reconstruir los efectos teatrales de “Juanito”.

Por otra parte, si la oposición de derecha pensara realmente en anular el proceso electoral en su conjunto –como lo han sugerido algunos voceros-- se toparía con un probable fracaso. En este momento no hay ningún factor de poder interesado en crear o permitir la inestabilidad política. El sector financiero se pronunciaría en contra.

Hay que tomar en cuenta que todos los conflictos en las elecciones mexicanas a partir de 2018 se han resuelto por vías legales, incluyendo los conflictos derivados de las decisiones del INE de privar de sus candidaturas a los aspirantes a gobernador de Guerrero y Michoacán. El país ha entrado de lleno en una época en que los conflictos poselectorales se resuelven por vías legales.

Desde el primer minuto del viernes 1 de marzo, se desplegaron por todo el país las actividades de proselitismo de las tres candidaturas que compiten por la presidencia de la República: en Zacatecas comenzó el PRIAN; en Jalisco el candidato de MC y en la capital del país Claudia Sheinbaum, quien lo hizo en medio de un escenario espectacular.

El inicio de campaña de Xóchitl Gálvez pretendió ser dramático pero solo alcanzó a ser grotesco. Comenzó en Fresnillo, Zacatecas --una de las regiones más golpeadas por la violencia-- y continuó en Guanajuato, siempre usando el miedo como arma principal de motivación. Y en un desplante histriónico, estampó en un documento la huella de su dedo con sangre, buscando con ese método suplir su falta de credibilidad. Ese acto solo recordó los gestos teatrales de Enrique Peña Nieto, cuando firmaba sus compromisos ante notario público.

En Lagos de Moreno, Jalisco, una de las dos entidades gobernadas por MC, inició su campaña el candidato Jorge Álvarez Máynez con un acto desangelado, en el cual su presencia pasó casi desapercibida para los medios nacionales. En los hechos, las pretensiones políticas de MC se han reducido a conservar el registro electoral, principal fuente de ingresos para los políticos que manejan esa franquicia.

Los emecistas pretendieron el año pasado convertirse en “la tercera vía”, pero esta se volvió impracticable en la presente situación, cuando los polos políticos se han distanciado mucho, no por el volumen de la población involucrada sino a causa de las pasiones enconadas, que se desataron a raíz de los montajes prianistas. Álvarez Máynez viajará durante su campaña nacional a bordo del “fosfobús”, prolongación del colorido impreso en los famosos tenis de la pareja regiomontana.

Vayamos por partes: la izquierda nacional –Morena-PT-PVEM—comienza la campaña en las mejores condiciones posibles. Empieza mejor que en ninguna otra ocasión de su historia, incluyendo la victoriosa campaña del 2018. Hay muchas razones que lo han hecho posible:

  • La izquierda marcha unificada, sin rupturas entre sus diversas expresiones. Hay unidad entre los partidos, y sus figuras principales (Marcelo Ebrard, Ricardo Monreal) están participando en diversos niveles.
  • Las organizaciones del empresariado mexicano –o al menos algunos de sus miembros-- en su mayoría simpatizan con la candidatura de Claudia Sheinbaum, entre ellas del Consejo Coordinador Empresarial (CCE) y del Consejo Mexicano de Negocios (CMN). Algunos empresarios de las PYMES se han convertido en promotores de la campaña de Claudia. Debemos tomar en consideración que en elecciones anteriores, los empresarios mexicanos apoyaron en su mayoría a los candidatos de la derecha.
  • Los aparatos que controlan el proceso electoral (INE, TEPJF) muestran menos beligerancia contra la candidatura de la izquierda. Recordemos que en 2018 el INE era presidido por Lorenzo Córdova, hoy convertido en abierto líder de la derecha, en tanto el TEPJF ha cambiado su directiva, precisamente porque la anterior estaba muy parcializada en favor del panismo.

Por el contrario, la candidatura de Xóchitl Gálvez navega en medio de muchos problemas. Para empezar, tiene una desventaja en las encuestas de entre 20 y 30 puntos porcentuales. Si tomamos en cuenta que cada punto porcentual equivale a 650 mil votos –según analistas-- la distancia entre ambas candidatas es de 15 millones de sufragios. La exsenadora por Hidalgo tiene todo en contra, ya que exhibe una ignorancia de dimensión enciclopédica –sobre todo en temas ambientales y de desarrollo— por lo cual la sitúa en desventaja en los inminentes debates con Claudia Sheinbaum, una mujer estudiosa y analítica.

Estamos a principios de marzo. Para el 29 de mayo faltan 90 días. Con el ritmo actual, lo más probable es que esa diferencia aumente, ya que Xóchitl Gálvez se nota cada día más rebasada por los hechos, y su campaña de ocurrencias, desatinos y desplantes marcha al garete.

Es previsible que MC, por su lado, apenas logre conservar su registro electoral. Su acelerado declive comenzó con el fracaso de Samuel García –gobernador de Nuevo León—en su intento por ser candidato del partido naranja. Jorge Álvarez Máynez no tiene ninguna carta fuerte en las manos: no es buen orador; no tiene ideas propias, experiencia administrativa ni proyecto de nación. Su lema de campaña, derivada de una verborrea confusa sobre “la nueva política” carece de sustancia. Al igual que el PRIAN, su fracaso puede ser estrepitoso.

Es importante señalar que la reciente guerra sucia contra la izquierda financiada por grandes intereses nacionales y extranjeros acaba de sufrir un fracaso rotundo. Las dos oleadas recientes (lanzadas por la DEA y el New York Times) atacando el prestigio personal del presidente AMLO y de la candidata Claudia Sheinbaum, fueron un fiasco. No lograron bajar la popularidad del presidente ni afectar la campaña presidencial.

Con su discurso repleto de resonancias apocalípticas, Xóchitl Gálvez no ha logrado penetrar en los sectores populares. Su discurso del miedo puede impactar en regiones muy golpeadas por la violencia, pero son aisladas, y por lo mismo no afecta al resto del país, donde cada día es menor la percepción de inseguridad, de acuerdo con recientes encuestas del INEGI.

Lo más probable es que el fracaso de la derecha en las próximas elecciones haga reflexionar a sus patrocinadores. No porque sean dirigentes que usen el método de la autocrítica, sino porque ese tipo de candidaturas ya no les convienen, son obsoletas. La juventud en México está muy politizada, y cuenta con múltiples opciones para obtener información ágil y veraz. Los jóvenes de hoy miran con interés festivo (como si fuera broma) que la exsenadora Gálvez se lastime un dedo para reafirmar con sangre sus intenciones de cumplir sus promesas, formuladas en medio de brincos y contorsiones. Xóchitl logró con sus actos reconstruir los efectos teatrales de “Juanito”.

Por otra parte, si la oposición de derecha pensara realmente en anular el proceso electoral en su conjunto –como lo han sugerido algunos voceros-- se toparía con un probable fracaso. En este momento no hay ningún factor de poder interesado en crear o permitir la inestabilidad política. El sector financiero se pronunciaría en contra.

Hay que tomar en cuenta que todos los conflictos en las elecciones mexicanas a partir de 2018 se han resuelto por vías legales, incluyendo los conflictos derivados de las decisiones del INE de privar de sus candidaturas a los aspirantes a gobernador de Guerrero y Michoacán. El país ha entrado de lleno en una época en que los conflictos poselectorales se resuelven por vías legales.