/ miércoles 26 de diciembre de 2018

Madrazos, Quinazos, ¿helicopterazos?

Los hechos donde perdieron la vida la gobernadora de Puebla Martha Erika Alonso, su esposo el senador y ex titular del poder ejecutivo poblano, Rafael Moreno Valle y la tripulación del helicóptero comercial Augusta A 109 matrícula XA DON, han desatado una lamentable serie de especulaciones, teorías del complot, acusaciones, vilezas y las más variadas reacciones de diversos actores políticos, sobre todo enfocados a la causa del siniestro:

Algunas hablan de un accidente, falla mecánica (que es la versión oficial hasta ahora, pues la aeronave se desplomó apenas 10 minutos luego de despegar del municipio de Coronango, Puebla con rumbo a la CDMX) o de plano, aventurados señalamientos de un crimen de estado o con trasfondo político, pues hasta un supuesto video de la caída del vehículo aéreo circula en redes sociales. En él, se aprecia el recorrido a baja altura, el impacto de un “objeto” y su inmediato desplome.

El sospechosismo (Santiago Creel dixit) está en su máxima expresión, pues estas tragedias han sido recurrentes, desde la caída del avión de Mexicana de Aviación cerca de Monterrey, Nuevo León, el 4 de junio de 1969, vuelo 704, donde murieron 79 personas, incluidas la estrella de tenis mexicano, Rafael “El Pelón” Osuna, y Carlos Alberto Madrazo Becerra, presidente nacional del PRI y padre del ex candidato presidencial y ex gobernador de Tabasco, Roberto Madrazo Pintado.

Esto nos pone a pensar en la seguridad, por ejemplo, del presidente Andrés Manuel López Obrador y sus viajes en vuelos comerciales. ¿no? el riesgo está ahí. Recordemos por ejemplo a Felipe Calderón, quien en su onomástico número 50, reveló que, más que malos, “había tenido a los mejores enemigos” que incluso trataron de matarlo en un frustrado atentado al avión en que viajaba en 1997. De hecho, confesó que, ante la inminencia, pidió al CEPROPIE, el Centro de Producción de Programas Informativos y Especiales de la Presidencia, grabar un video póstumo para sus hijos, donde les explicaba las razones de su desaparición.

A final de cuentas, el Estado Mayor Presidencial evitó el hecho, pero tuvo reconocer que estuvo a punto de morir a manos de El Chapo Guzmán y El Mayo Zambada (y eso que eran 7 y ahora 25 los cárteles en el país). La confesión de Calderón tuvo serias implicaciones e impactó directamente en otros hechos, lamentablemente sin final feliz, como las sospechosas muertes de Juan Camilo Mouriño, su delfín primigenio, y malogrado Secretario de Gobernación junto con José Luis Santiago Vasconcelos, ex titular de la SIEDO el 4 de noviembre de 2008 al estrellarse su jet en pleno Polanco, y de Francisco Blake Mora, también titular de la SEGOB, el 11 de noviembre (mes de muertos) del 2011 al desplomarse el helicóptero en el que el político se desplazaba a Morelos.

Por cierto, que este lunes, Felipe Calderón, en su cuenta de Twitter posteó “Sufrí la pérdida de amigos y colaboradores en accidentes aéreos. Tras rigurosas investigaciones confirmamos que fueron accidentes. Pienso que lo de hoy fue también accidental. Para despejar dudas y suspicacias, inevitables por antecedentes, lo mejor es una investigación objetiva”.

En nuestro estado, los helicópteros como el del amor, en tiempos de Sergio Estrada y otro, en el que perdieron la vida 9 personas, incluidos el entonces presidente de la comisión de inversiones, Ignacio Madrazo Reynoso y el comandante de la Policía Federal, Víctor Hugo Enríquez, cuñado del gobernador Jorge Carrillo en Jiutepec en agosto de 1997, son referencia de estas aeronaves que no distinguen colores partidistas, pues recordemos también que en agosto de 2015 el helicóptero del gobernador de Chihuahua César Duarte sufrió una falla, se incendió la parte superior de la cabina y aterrizó de emergencia, resultando con heridas leves la conductora de Televisa, Lolita Ayala.

Como ahora con los Moreno Valle, todos los esfuerzos de la SCT, de los voceros, de los especialistas que trataron de explicar las causas de los “accidentes”, como las aeronaves, se vinieron abajo. Este hecho (el de Calderón por ejemplo) vino a justificar la compra de un nuevo avión presidencial por 750 millones de dólares (9 mil 750 millones de pesos), un Boing 787 blindado que AMLO no quiso.

Como suele suceder, estas tragedias, una vez más, sacan lo mejor y lo peor de las personas, y todavía más bajezas de impresentables personajes como Miguel Barbosa, ex candidato de Morena al gobierno del huachicolero estado de Puebla, quien publicó y borró un tuit que dice “lo ocurrido a la gobernadora y al senador es karma”. Luego, cobardemente, se arrepintió, pero ya era tarde. También quiso corregir enviando condolencias, pero su primera reacción lo describió como lo que es. Otro, peor y que se esmera en caer mas bajo en materia de miseria y rapiña, es el diputado Gerardo Fernández Noroña quien público en redes: “Miren @RafaMorenoValle era terrible Su mujer, @MarthaErikaA su cómplice. Los combatí por lo que representaban y lamento que hayan perdido la vida en el accidente del día de hoy.”

Un gobernador interino en Puebla, nuevas elecciones y jaloneo político es lo menos que viene para la vecina entidad, cisma detonado en plena noche buena, además de un sentimiento de volver a los tiempos de estas tragedias nacionales (Colosio, Ruiz Massieu, Posadas Ocampo, Gisela Mota), que marcan ya al sexenio de López Obrador. Veremos su capacidad de respuesta y las repercusiones de esta infausta noticia, también en el plano familiar de los fallecidos, incluidos los miembros de la tripulación del helicóptero.

“Las grandes caídas cambian a la gente”, dijo en su libro "Los versos satánicos" de 1988 el perseguido escritor Salman Rushdie. Vaya que si.

Hasta la próxima entrega, donde podrán seguir leyendo lo que hay en mi mente.


Comentarios: cfelix7@hotmail.com

Twitter: @CarlosFelix1

Los hechos donde perdieron la vida la gobernadora de Puebla Martha Erika Alonso, su esposo el senador y ex titular del poder ejecutivo poblano, Rafael Moreno Valle y la tripulación del helicóptero comercial Augusta A 109 matrícula XA DON, han desatado una lamentable serie de especulaciones, teorías del complot, acusaciones, vilezas y las más variadas reacciones de diversos actores políticos, sobre todo enfocados a la causa del siniestro:

Algunas hablan de un accidente, falla mecánica (que es la versión oficial hasta ahora, pues la aeronave se desplomó apenas 10 minutos luego de despegar del municipio de Coronango, Puebla con rumbo a la CDMX) o de plano, aventurados señalamientos de un crimen de estado o con trasfondo político, pues hasta un supuesto video de la caída del vehículo aéreo circula en redes sociales. En él, se aprecia el recorrido a baja altura, el impacto de un “objeto” y su inmediato desplome.

El sospechosismo (Santiago Creel dixit) está en su máxima expresión, pues estas tragedias han sido recurrentes, desde la caída del avión de Mexicana de Aviación cerca de Monterrey, Nuevo León, el 4 de junio de 1969, vuelo 704, donde murieron 79 personas, incluidas la estrella de tenis mexicano, Rafael “El Pelón” Osuna, y Carlos Alberto Madrazo Becerra, presidente nacional del PRI y padre del ex candidato presidencial y ex gobernador de Tabasco, Roberto Madrazo Pintado.

Esto nos pone a pensar en la seguridad, por ejemplo, del presidente Andrés Manuel López Obrador y sus viajes en vuelos comerciales. ¿no? el riesgo está ahí. Recordemos por ejemplo a Felipe Calderón, quien en su onomástico número 50, reveló que, más que malos, “había tenido a los mejores enemigos” que incluso trataron de matarlo en un frustrado atentado al avión en que viajaba en 1997. De hecho, confesó que, ante la inminencia, pidió al CEPROPIE, el Centro de Producción de Programas Informativos y Especiales de la Presidencia, grabar un video póstumo para sus hijos, donde les explicaba las razones de su desaparición.

A final de cuentas, el Estado Mayor Presidencial evitó el hecho, pero tuvo reconocer que estuvo a punto de morir a manos de El Chapo Guzmán y El Mayo Zambada (y eso que eran 7 y ahora 25 los cárteles en el país). La confesión de Calderón tuvo serias implicaciones e impactó directamente en otros hechos, lamentablemente sin final feliz, como las sospechosas muertes de Juan Camilo Mouriño, su delfín primigenio, y malogrado Secretario de Gobernación junto con José Luis Santiago Vasconcelos, ex titular de la SIEDO el 4 de noviembre de 2008 al estrellarse su jet en pleno Polanco, y de Francisco Blake Mora, también titular de la SEGOB, el 11 de noviembre (mes de muertos) del 2011 al desplomarse el helicóptero en el que el político se desplazaba a Morelos.

Por cierto, que este lunes, Felipe Calderón, en su cuenta de Twitter posteó “Sufrí la pérdida de amigos y colaboradores en accidentes aéreos. Tras rigurosas investigaciones confirmamos que fueron accidentes. Pienso que lo de hoy fue también accidental. Para despejar dudas y suspicacias, inevitables por antecedentes, lo mejor es una investigación objetiva”.

En nuestro estado, los helicópteros como el del amor, en tiempos de Sergio Estrada y otro, en el que perdieron la vida 9 personas, incluidos el entonces presidente de la comisión de inversiones, Ignacio Madrazo Reynoso y el comandante de la Policía Federal, Víctor Hugo Enríquez, cuñado del gobernador Jorge Carrillo en Jiutepec en agosto de 1997, son referencia de estas aeronaves que no distinguen colores partidistas, pues recordemos también que en agosto de 2015 el helicóptero del gobernador de Chihuahua César Duarte sufrió una falla, se incendió la parte superior de la cabina y aterrizó de emergencia, resultando con heridas leves la conductora de Televisa, Lolita Ayala.

Como ahora con los Moreno Valle, todos los esfuerzos de la SCT, de los voceros, de los especialistas que trataron de explicar las causas de los “accidentes”, como las aeronaves, se vinieron abajo. Este hecho (el de Calderón por ejemplo) vino a justificar la compra de un nuevo avión presidencial por 750 millones de dólares (9 mil 750 millones de pesos), un Boing 787 blindado que AMLO no quiso.

Como suele suceder, estas tragedias, una vez más, sacan lo mejor y lo peor de las personas, y todavía más bajezas de impresentables personajes como Miguel Barbosa, ex candidato de Morena al gobierno del huachicolero estado de Puebla, quien publicó y borró un tuit que dice “lo ocurrido a la gobernadora y al senador es karma”. Luego, cobardemente, se arrepintió, pero ya era tarde. También quiso corregir enviando condolencias, pero su primera reacción lo describió como lo que es. Otro, peor y que se esmera en caer mas bajo en materia de miseria y rapiña, es el diputado Gerardo Fernández Noroña quien público en redes: “Miren @RafaMorenoValle era terrible Su mujer, @MarthaErikaA su cómplice. Los combatí por lo que representaban y lamento que hayan perdido la vida en el accidente del día de hoy.”

Un gobernador interino en Puebla, nuevas elecciones y jaloneo político es lo menos que viene para la vecina entidad, cisma detonado en plena noche buena, además de un sentimiento de volver a los tiempos de estas tragedias nacionales (Colosio, Ruiz Massieu, Posadas Ocampo, Gisela Mota), que marcan ya al sexenio de López Obrador. Veremos su capacidad de respuesta y las repercusiones de esta infausta noticia, también en el plano familiar de los fallecidos, incluidos los miembros de la tripulación del helicóptero.

“Las grandes caídas cambian a la gente”, dijo en su libro "Los versos satánicos" de 1988 el perseguido escritor Salman Rushdie. Vaya que si.

Hasta la próxima entrega, donde podrán seguir leyendo lo que hay en mi mente.


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