/ martes 14 de noviembre de 2023

No es tan difícil adivinar

Luego de que el mundo se haya estado enfocando en el problema bélico en Medio Oriente y en lo ocurrido entre Ucrania y Rusia, me ha resultado interesante recordar la importancia de algunas naciones que no siempre encuentran el foco ni la atención internacional debido a su relevancia comercial o económica, pero que sin duda debemos de seguir considerando porque en algún momento se convertirán, por su importancia geopolítica o por sus recursos en parte fundamental del futuro del planeta.

¿Por qué no los vamos descartando?

En este caso me quiero referir a otros que no son parte del G-8, mucho menos del G-20. Tampoco son los que pertenecen a los BRICS e incluso al MIKTA, y mucho menos las principales potencias de la Unión Europea, es decir, hay que dejar de lado a Estados Unidos, Canadá, Brasil, México, Corea del Sur, Japón, Turquía, Australia, Egipto, Etiopía, Argentina, Sudáfrica, Emiratos Árabes Unidos, Arabia Saudita, Rusia, Malasia, Indonesia, India, China, Alemania, España, Italia, Reino Unido, Países Bajos, Bélgica, Dinamarca, Suiza, Noruega, Finlandia o Suecia. Entonces, ¿de quiénes hablamos?

Habrá que descartar también a naciones que, por su condición de pobreza, tampoco podrían estar incluidas en esta lista de posibles líderes mundiales, por ejemplo a todos aquellos que pertenecen a la región de Asia Meridional, tales como Kirguistán, Kazajistán, Uzbekistán, Azerbaiyán, Turkmenistán o cualquiera de esos “tanes”. De hecho, hablando de Asia, tampoco es que en 50 años las naciones del sudeste asiático vayan a ser las principales potencias porque ya en este momento comienzan a formar parte relevante del orden internacional: me refiero a países como Vietnam, Laos, Camboya, Tailandia o Filipinas.

Tampoco creo, a reserva de lo que vayas pensando en este momento, que Nueva Zelanda o algunas naciones oceánicas puedan tomar el control y la importancia global, claro, considerando que las naciones que gobiernen el mundo en medio siglo seguirán en la búsqueda constante de recursos que les permitan vivir en sus lugares de origen donde la población será cada vez más vieja y menos apta para trabajar.

Entonces, ¿será que América Latina se pueda clasificar en esta lista de posibles candidatos a abastecer al mundo? No lo creo tampoco. La región latinoamericana y caribeña tiene recursos, pero estos ya han sido explotados en épocas anteriores y no hemos dado el salto de calidad; es más, estamos viviendo épocas tan confusas en esta parte del mundo que la gente no sabe si escoger a políticos de izquierda que han demostrado su incapacidad para sacar a sus naciones de la debacle económica antes de escoger lo que el otro lado de la moneda presenta: una derecha que violenta y atenta contra los derechos mínimos de las nuevas generaciones y que tampoco sabe de economía.

Creo que para estas alturas te estarás imaginando hacia dónde estoy orientando estas líneas, sin embargo, quiero descartar todavía a Norteamérica por el hecho de que ya es la región del mundo que domina al planeta desde hace un buen tiempo y no creo que le alcance para suministrar a los demás en un futuro.

Luego, creo que es importante descartar también a la región de la Europa Oriental pues no ha demostrado ser fundamental ni para el propio desarrollo de la Unión Europea a pesar del gran crecimiento que ha tenido Polonia. De hecho, ni Bulgaria, Rumania, República Checa o Eslovaquia han logrado trascender, casi al grado de poderse comparar con lo hecho por los países balcánicos que ni siquiera (a excepción de Croacia y Eslovenia) han logrado ser parte ni de la Unión Europea ni de la Asociación Europea de Libre Comercio.

Sigamos con los descartes. La África del norte, la áfrica blanca, la árabe, tampoco es un gran motivo de pensar que podrán ayudar al futuro del planeta entero pues su falta de recursos naturales renovables y el exceso en el consumo de los no renovables que si tienen -y mucho- hacen poco probable que Argelia, Mauritania, Marruecos, Libia o la pequeña Túnez alcancen algo trascendente.

Entonces, ¿de quiénes hablamos? Pues de los únicos que quedan, de aquellos que hoy son vistos como naciones lejanas y salvajes, aquellos que carecen de infraestructura básica y que, en su mayoría, tienen problemas políticos, económicos, sanitarios y sociales. Aquellos que no es que en 50 años vayan a tomar el pulso del desarrollo global, sino que contarán con elementos que van a necesitar los que sí estarán gobernando el mundo y que no tendrán hacia sus adentros.

Esta región tendrá un cuarto de la población del planeta para ese entonces lo que supone mucha mano de obra joven y con hambre. Esta parte del mundo seguirá teniendo conflictos de todo tipo, desde los políticos hasta los medioambientales y seguirá con el impulso de buscar mejores oportunidades de vida. Esta área del planeta no dominará los escenarios internacionales por encima de Estados Unidos o China, pero sí que será el bastión principal para que esas economías sigan funcionando, como sucedió hace unos 200 o 300 años atrás, pero con Europa. Esta parte del mundo seguirá viviendo con hambre, discriminación, insalubridad, poco desarrollo tecnológico, hacinamiento social, poca economía y baja esperanza de vida.

Esta región tendrá los recursos que volverán a ser explotados por los mismos o por nuevos, pero siempre extranjeros. Esta población tendrá menores oportunidades de vida, a pesar de los recursos de los que son dueños, que el resto del mundo donde se vivirá más, aunque no se produzca mucho. En Islandia, con sus 10 meses de frío al año, se seguirá viviendo más que la mayoría de los países de la zona a la que hago referencia y que está llena de recursos.

¿Quieres que te diga de qué zona del mundo hablo o ya adivinaste? o ¿Será que te tengo que decir que es más fácil que en 50 años un elefante vaya a seguir viviendo más tiempo y más protegido que cualquiera de los habitantes de aquella región?

FERNANDO ABREGO CAMARILLO es Doctor en Ciencias Administrativas por el IPN. Profesor de telesecundaria en los SEIEM además de investigador y catedrático de tiempo completo en la academia de Bloques Regionales de la Escuela Superior de Comercio y Administración Unidad Santo Tomás en el IPN. Asociado COMEXI. Sígalo en @fabrecam

Luego de que el mundo se haya estado enfocando en el problema bélico en Medio Oriente y en lo ocurrido entre Ucrania y Rusia, me ha resultado interesante recordar la importancia de algunas naciones que no siempre encuentran el foco ni la atención internacional debido a su relevancia comercial o económica, pero que sin duda debemos de seguir considerando porque en algún momento se convertirán, por su importancia geopolítica o por sus recursos en parte fundamental del futuro del planeta.

¿Por qué no los vamos descartando?

En este caso me quiero referir a otros que no son parte del G-8, mucho menos del G-20. Tampoco son los que pertenecen a los BRICS e incluso al MIKTA, y mucho menos las principales potencias de la Unión Europea, es decir, hay que dejar de lado a Estados Unidos, Canadá, Brasil, México, Corea del Sur, Japón, Turquía, Australia, Egipto, Etiopía, Argentina, Sudáfrica, Emiratos Árabes Unidos, Arabia Saudita, Rusia, Malasia, Indonesia, India, China, Alemania, España, Italia, Reino Unido, Países Bajos, Bélgica, Dinamarca, Suiza, Noruega, Finlandia o Suecia. Entonces, ¿de quiénes hablamos?

Habrá que descartar también a naciones que, por su condición de pobreza, tampoco podrían estar incluidas en esta lista de posibles líderes mundiales, por ejemplo a todos aquellos que pertenecen a la región de Asia Meridional, tales como Kirguistán, Kazajistán, Uzbekistán, Azerbaiyán, Turkmenistán o cualquiera de esos “tanes”. De hecho, hablando de Asia, tampoco es que en 50 años las naciones del sudeste asiático vayan a ser las principales potencias porque ya en este momento comienzan a formar parte relevante del orden internacional: me refiero a países como Vietnam, Laos, Camboya, Tailandia o Filipinas.

Tampoco creo, a reserva de lo que vayas pensando en este momento, que Nueva Zelanda o algunas naciones oceánicas puedan tomar el control y la importancia global, claro, considerando que las naciones que gobiernen el mundo en medio siglo seguirán en la búsqueda constante de recursos que les permitan vivir en sus lugares de origen donde la población será cada vez más vieja y menos apta para trabajar.

Entonces, ¿será que América Latina se pueda clasificar en esta lista de posibles candidatos a abastecer al mundo? No lo creo tampoco. La región latinoamericana y caribeña tiene recursos, pero estos ya han sido explotados en épocas anteriores y no hemos dado el salto de calidad; es más, estamos viviendo épocas tan confusas en esta parte del mundo que la gente no sabe si escoger a políticos de izquierda que han demostrado su incapacidad para sacar a sus naciones de la debacle económica antes de escoger lo que el otro lado de la moneda presenta: una derecha que violenta y atenta contra los derechos mínimos de las nuevas generaciones y que tampoco sabe de economía.

Creo que para estas alturas te estarás imaginando hacia dónde estoy orientando estas líneas, sin embargo, quiero descartar todavía a Norteamérica por el hecho de que ya es la región del mundo que domina al planeta desde hace un buen tiempo y no creo que le alcance para suministrar a los demás en un futuro.

Luego, creo que es importante descartar también a la región de la Europa Oriental pues no ha demostrado ser fundamental ni para el propio desarrollo de la Unión Europea a pesar del gran crecimiento que ha tenido Polonia. De hecho, ni Bulgaria, Rumania, República Checa o Eslovaquia han logrado trascender, casi al grado de poderse comparar con lo hecho por los países balcánicos que ni siquiera (a excepción de Croacia y Eslovenia) han logrado ser parte ni de la Unión Europea ni de la Asociación Europea de Libre Comercio.

Sigamos con los descartes. La África del norte, la áfrica blanca, la árabe, tampoco es un gran motivo de pensar que podrán ayudar al futuro del planeta entero pues su falta de recursos naturales renovables y el exceso en el consumo de los no renovables que si tienen -y mucho- hacen poco probable que Argelia, Mauritania, Marruecos, Libia o la pequeña Túnez alcancen algo trascendente.

Entonces, ¿de quiénes hablamos? Pues de los únicos que quedan, de aquellos que hoy son vistos como naciones lejanas y salvajes, aquellos que carecen de infraestructura básica y que, en su mayoría, tienen problemas políticos, económicos, sanitarios y sociales. Aquellos que no es que en 50 años vayan a tomar el pulso del desarrollo global, sino que contarán con elementos que van a necesitar los que sí estarán gobernando el mundo y que no tendrán hacia sus adentros.

Esta región tendrá un cuarto de la población del planeta para ese entonces lo que supone mucha mano de obra joven y con hambre. Esta parte del mundo seguirá teniendo conflictos de todo tipo, desde los políticos hasta los medioambientales y seguirá con el impulso de buscar mejores oportunidades de vida. Esta área del planeta no dominará los escenarios internacionales por encima de Estados Unidos o China, pero sí que será el bastión principal para que esas economías sigan funcionando, como sucedió hace unos 200 o 300 años atrás, pero con Europa. Esta parte del mundo seguirá viviendo con hambre, discriminación, insalubridad, poco desarrollo tecnológico, hacinamiento social, poca economía y baja esperanza de vida.

Esta región tendrá los recursos que volverán a ser explotados por los mismos o por nuevos, pero siempre extranjeros. Esta población tendrá menores oportunidades de vida, a pesar de los recursos de los que son dueños, que el resto del mundo donde se vivirá más, aunque no se produzca mucho. En Islandia, con sus 10 meses de frío al año, se seguirá viviendo más que la mayoría de los países de la zona a la que hago referencia y que está llena de recursos.

¿Quieres que te diga de qué zona del mundo hablo o ya adivinaste? o ¿Será que te tengo que decir que es más fácil que en 50 años un elefante vaya a seguir viviendo más tiempo y más protegido que cualquiera de los habitantes de aquella región?

FERNANDO ABREGO CAMARILLO es Doctor en Ciencias Administrativas por el IPN. Profesor de telesecundaria en los SEIEM además de investigador y catedrático de tiempo completo en la academia de Bloques Regionales de la Escuela Superior de Comercio y Administración Unidad Santo Tomás en el IPN. Asociado COMEXI. Sígalo en @fabrecam