/ miércoles 29 de enero de 2020

Pasa en el gabinete...

Aunque sin conflictos reconocidos por el gobernador Cuauhtémoc Blanco, algo muy extraño pasa en su gabinete, porque entre los intercambios de acusaciones entre funcionarios de primer nivel y la inoperancia de los titulares de organismos descentralizados, la imagen de profundos conflictos, de enormes divisiones es mucho más poderosa que las palabras del gobernador que nuevamente acusa a quienes hacen el señalamiento de una especie de wishful thinking.

En los hechos, dos actos públicos del gobernador han sido irrumpidos (el último a la salida) por protestas de trabajadores al servicio del estado (primero, médicos y enfermeras y segundo, maestros de nivel medio superior y superior) por la falta de pagos, los de Salud y descuentos indebidos, los profes. También es verificable la comparecencia del Comisionado de Seguridad Pùblica, José Ortiz Guarneros, en que acusó al secretario de Hacienda, Jesús Villarreal, de no proveer de recursos a la dependencia. Y estos hechos se unen a asuntos menos públicos, pero que son de muchos conocidos en Palacio de Gobierno y configuran una crisis en el gabinete del Cuauh que probablemente ya estaba prevista por el gobernador y luciría como preámbulo exquisito de los muchos cambios que, aseguran quienes dan voz a los rumores, se darán en la alineación del gobierno estatal, pero que el responsable de firmar los nombramientos se niega aún a confirmar, y por el contrario, siempre que se le ha preguntado afirma “no habrá cambios”, declaración que igual que esas de “no habrá más impuestos”, “no hay crisis de medicamentos”, “no hay crisis migratoria”, o “vamos bien en seguridad”, entre los ciudadanos comunes significa prácticamente nada.

Cierto que desde la opinión de muchos, dentro y fuera del gabinete, los cambios urgen pues muchos de quienes hoy reparten la política pública en el estado significan ya un desgaste mayor a un gobernador cuya imagen como político dista mucho de la que tuvo como futbolista donde se le perdonaba mucho por los resultados que ofrecía. Y no se trataría necesariamente de cambiar los titulares de las dependencias, pero el gobernador y su equipo tendrían que reconocer que las cosas que no funcionan se multiplican y complican a un grado mayúsculo por lo que es urgente transformar el modelo de diagnóstico y atención a los problemas públicos que ofrece el Ejecutivo que ha generado múltiples sospechas, desde indolencia hasta muy activa corrupción, en muchos sectores de la ciudadanía; todas esas sospechas pueden ser aminoradas si los funcionarios del gobierno estatal evitan repetir los círculos de sordera, soberbia, autoadulación y otros que fueron comunes en las administraciones anteriores y produjeron que la brecha normal entre la ciudadanía y los funcionarios se convirtiera en un abismo que catapultó al fracaso.

Algo aprendieron, eso sí, de todos sus antecesores, esa horrible manía de prometer el futuro; pero parecen haber olvidado los funcionarios de hoy que la modernidad vino acompañada del descubrimiento de la velocidad (o de la lentitud), y las promesas de futuro tienen muy corto tiempo de validez.


Twitter: @martinellito

Correo: dmartinez@elsoldecuernavaca.com.mx

Aunque sin conflictos reconocidos por el gobernador Cuauhtémoc Blanco, algo muy extraño pasa en su gabinete, porque entre los intercambios de acusaciones entre funcionarios de primer nivel y la inoperancia de los titulares de organismos descentralizados, la imagen de profundos conflictos, de enormes divisiones es mucho más poderosa que las palabras del gobernador que nuevamente acusa a quienes hacen el señalamiento de una especie de wishful thinking.

En los hechos, dos actos públicos del gobernador han sido irrumpidos (el último a la salida) por protestas de trabajadores al servicio del estado (primero, médicos y enfermeras y segundo, maestros de nivel medio superior y superior) por la falta de pagos, los de Salud y descuentos indebidos, los profes. También es verificable la comparecencia del Comisionado de Seguridad Pùblica, José Ortiz Guarneros, en que acusó al secretario de Hacienda, Jesús Villarreal, de no proveer de recursos a la dependencia. Y estos hechos se unen a asuntos menos públicos, pero que son de muchos conocidos en Palacio de Gobierno y configuran una crisis en el gabinete del Cuauh que probablemente ya estaba prevista por el gobernador y luciría como preámbulo exquisito de los muchos cambios que, aseguran quienes dan voz a los rumores, se darán en la alineación del gobierno estatal, pero que el responsable de firmar los nombramientos se niega aún a confirmar, y por el contrario, siempre que se le ha preguntado afirma “no habrá cambios”, declaración que igual que esas de “no habrá más impuestos”, “no hay crisis de medicamentos”, “no hay crisis migratoria”, o “vamos bien en seguridad”, entre los ciudadanos comunes significa prácticamente nada.

Cierto que desde la opinión de muchos, dentro y fuera del gabinete, los cambios urgen pues muchos de quienes hoy reparten la política pública en el estado significan ya un desgaste mayor a un gobernador cuya imagen como político dista mucho de la que tuvo como futbolista donde se le perdonaba mucho por los resultados que ofrecía. Y no se trataría necesariamente de cambiar los titulares de las dependencias, pero el gobernador y su equipo tendrían que reconocer que las cosas que no funcionan se multiplican y complican a un grado mayúsculo por lo que es urgente transformar el modelo de diagnóstico y atención a los problemas públicos que ofrece el Ejecutivo que ha generado múltiples sospechas, desde indolencia hasta muy activa corrupción, en muchos sectores de la ciudadanía; todas esas sospechas pueden ser aminoradas si los funcionarios del gobierno estatal evitan repetir los círculos de sordera, soberbia, autoadulación y otros que fueron comunes en las administraciones anteriores y produjeron que la brecha normal entre la ciudadanía y los funcionarios se convirtiera en un abismo que catapultó al fracaso.

Algo aprendieron, eso sí, de todos sus antecesores, esa horrible manía de prometer el futuro; pero parecen haber olvidado los funcionarios de hoy que la modernidad vino acompañada del descubrimiento de la velocidad (o de la lentitud), y las promesas de futuro tienen muy corto tiempo de validez.


Twitter: @martinellito

Correo: dmartinez@elsoldecuernavaca.com.mx