/ miércoles 25 de octubre de 2023

Arrecia la guerra en Morena

Las cosas en la cancha de Morena se están descomponiendo cada vez más. La guerra sucia en contra de los liderazgos internos, la cancelación a priori de los derechos políticos y electorales de cuadros notables, las trapacerías y todo lo que ha caracterizado no sólo el proceso interno en Morelos, sino la gestión del partido en el estado, ha arreciado y a unos días de la definición de quién ocupará la nominación de Morena y sus aliados (cada vez menos confiados) a la gubernatura, el partido parece estar muy lejos de la anhelada institucionalización.

Para quienes aún creen en el proyecto de las izquierdas, el reto de Morena es institucionalizarse, es decir, aprender a existir más allá de la figura de su caudillo, Andrés Manuel López Obrador. Para muchos, más fatalistas, origen es destino y Morena jamás podrá escapar del ícono del lopezobradorismo, mucho más cuando se le ha dotado al todavía presidente de la República de un carácter de juez único y supremo de la política nacional y la local, por mucho que ignore sus dinámicas. Lo cierto es que hasta el momento no parece haber siquiera la voluntad de los morenistas para reorganizarse como un partido de muchos y están sujetos todavía a la voluntad de una sola persona interpretada y ejecutada, a veces hasta con saña, por su dirigencia nacional.

En tales condiciones la lucha se libra en dos frentes, el local, buscando tener algo que pueda interpretarse como liderazgo político mientras se destruye, a falta de legitimidad democrática, a los adversarios. El nacional, buscando el beneplácito de quienes han puesto reglas más dogmáticas que democráticas para participar y ser ganadores de una supuesta encuesta cuyo resultado final definirá la dirigencia nacional bajo una serie de parámetros no conocidos hasta ahora y que serían los equivalentes funcionales del tradicional “dedazo”. Si esa determinación corresponde con lo que la norma democrática establecería será sólo una feliz coincidencia, y justamente será esa diferencia la que motive a quienes, ya bastante desencantados por la gestión de Morena en el estado y esperanzados sólo a que su aspirante favorito sea el nominado, inmediatamente después del descalabro decidan partir de Morena a buscar hacer política en espacios donde tal cosa es posible.

¿De qué tamaño será la ruptura? Depende de quienes resulten ganadores en la famosita encuesta final de Morena, pero al final habrá una reducción real en la intención de voto para la coalición de izquierdas que, hasta ahora, no está tan lejos de la oposición en los careos de candidatos armados por encuestadoras privadas. Ejercicios que, dicho sea de paso, no están midiendo aún a quienes realmente se postularían por la oposición, básicamente el Frente Amplio por Morelos, sino sólo al alcalde José Luis Urióstegui quien ha repetido en múltiples ocasiones y en el mejor español de que es capaz, que no está decidida su participación por la nominación al gobierno de Morelos y en cambio, preferiría buscar la reelección como alcalde.

En medio de esta colección de pequeños peligros inminentes para la coalición de izquierdas, ayer el INE definió que los partidos y coaliciones nacionales deberán postular a cinco candidatas mujeres de las nueve gubernaturas en disputa. Morena podría decantarse en Morelos por una mujer, como ya hemos anticipado, a no ser que los partidos reconozcan la propuesta de grupos feministas de todo el país que han pedido aplicar un criterio poblacional, es decir, que haya mujeres en las candidaturas de los estados más poblados: Chiapas, Veracruz, Guanajuato, Jalisco y Ciudad de México. Pero la dirigencia nacional de Morena parece tener ya definido que postulará a hombres en la Ciudad de México y Guanajuato, con lo que Morelos sigue en el aire.

Mientras tanto, el Frente Amplio por Morelos parece haber definido tres cosas: la candidatura en Morelos será para una mujer, podrán participar ex militantes de Morena, y será un proceso abierto a la sociedad civil. Si les sale bien, estarían en condiciones de ganar la plaza.

@martinellito

dmartinez@elsoldecuernavaca.com.mx

Las cosas en la cancha de Morena se están descomponiendo cada vez más. La guerra sucia en contra de los liderazgos internos, la cancelación a priori de los derechos políticos y electorales de cuadros notables, las trapacerías y todo lo que ha caracterizado no sólo el proceso interno en Morelos, sino la gestión del partido en el estado, ha arreciado y a unos días de la definición de quién ocupará la nominación de Morena y sus aliados (cada vez menos confiados) a la gubernatura, el partido parece estar muy lejos de la anhelada institucionalización.

Para quienes aún creen en el proyecto de las izquierdas, el reto de Morena es institucionalizarse, es decir, aprender a existir más allá de la figura de su caudillo, Andrés Manuel López Obrador. Para muchos, más fatalistas, origen es destino y Morena jamás podrá escapar del ícono del lopezobradorismo, mucho más cuando se le ha dotado al todavía presidente de la República de un carácter de juez único y supremo de la política nacional y la local, por mucho que ignore sus dinámicas. Lo cierto es que hasta el momento no parece haber siquiera la voluntad de los morenistas para reorganizarse como un partido de muchos y están sujetos todavía a la voluntad de una sola persona interpretada y ejecutada, a veces hasta con saña, por su dirigencia nacional.

En tales condiciones la lucha se libra en dos frentes, el local, buscando tener algo que pueda interpretarse como liderazgo político mientras se destruye, a falta de legitimidad democrática, a los adversarios. El nacional, buscando el beneplácito de quienes han puesto reglas más dogmáticas que democráticas para participar y ser ganadores de una supuesta encuesta cuyo resultado final definirá la dirigencia nacional bajo una serie de parámetros no conocidos hasta ahora y que serían los equivalentes funcionales del tradicional “dedazo”. Si esa determinación corresponde con lo que la norma democrática establecería será sólo una feliz coincidencia, y justamente será esa diferencia la que motive a quienes, ya bastante desencantados por la gestión de Morena en el estado y esperanzados sólo a que su aspirante favorito sea el nominado, inmediatamente después del descalabro decidan partir de Morena a buscar hacer política en espacios donde tal cosa es posible.

¿De qué tamaño será la ruptura? Depende de quienes resulten ganadores en la famosita encuesta final de Morena, pero al final habrá una reducción real en la intención de voto para la coalición de izquierdas que, hasta ahora, no está tan lejos de la oposición en los careos de candidatos armados por encuestadoras privadas. Ejercicios que, dicho sea de paso, no están midiendo aún a quienes realmente se postularían por la oposición, básicamente el Frente Amplio por Morelos, sino sólo al alcalde José Luis Urióstegui quien ha repetido en múltiples ocasiones y en el mejor español de que es capaz, que no está decidida su participación por la nominación al gobierno de Morelos y en cambio, preferiría buscar la reelección como alcalde.

En medio de esta colección de pequeños peligros inminentes para la coalición de izquierdas, ayer el INE definió que los partidos y coaliciones nacionales deberán postular a cinco candidatas mujeres de las nueve gubernaturas en disputa. Morena podría decantarse en Morelos por una mujer, como ya hemos anticipado, a no ser que los partidos reconozcan la propuesta de grupos feministas de todo el país que han pedido aplicar un criterio poblacional, es decir, que haya mujeres en las candidaturas de los estados más poblados: Chiapas, Veracruz, Guanajuato, Jalisco y Ciudad de México. Pero la dirigencia nacional de Morena parece tener ya definido que postulará a hombres en la Ciudad de México y Guanajuato, con lo que Morelos sigue en el aire.

Mientras tanto, el Frente Amplio por Morelos parece haber definido tres cosas: la candidatura en Morelos será para una mujer, podrán participar ex militantes de Morena, y será un proceso abierto a la sociedad civil. Si les sale bien, estarían en condiciones de ganar la plaza.

@martinellito

dmartinez@elsoldecuernavaca.com.mx