/ domingo 4 de abril de 2021

Campañas sordas...

Nadie lo quería así, pero las campañas en Morelos inician marcadas por la violencia, aunque los políticos parecieran no querer verlo. Porque frente al dolor de miles de víctimas del crimen, la respuesta, por lo menos en el primer día de campañas, parece de una sordera insultante.

Mientras colectivos feministas se manifestaron en Huiztilac, Cuernavaca y Cuautla, exigiendo freno a los feminicidios, y una buena parte de la ciudadanía en todo Morelos demanda atención a las dos pandemias (la del Covid-19 y la de la violencia que ni la infección ha sido capaz de ocultar), los aspirantes a diputaciones federales iniciaron con discursos autoidentitarios profundamente corrientes, “me avala mi trabajo”, “yo sí soy de Cuernavaca y quiero a la ciudad”, “no robo, ni miento, no traiciono”, “hay que dar continuidad a los trabajos”, “vamos a quitarle la mayoría al tirano”, “ya fui diputado local y presidente municipal”, y otras frases que demuestran que los que se dicen tan cercanos a la gente no son capaces siquiera de escucharlos.

Por supuesto que la pandemia por Covid-19 marcó muchos discursos, todos insistían en mejorar la estrategia para derrotar al virus y ofrecer apoyos económicos y de empleo a miles de morelenses que han sido afectados por la catástrofe sanitaria. Pero el discurso se debilita profundamente frente a los reclamos de las mujeres a quienes el Estado ha fallado en brindar protección para vivir en libertad; y a los de cientos de familias cuyas vidas fueron profundamente alteradas por hechos delictivos que todos los días se cometen en Morelos frente al insultante mutismo de la clase política.

Los candidatos de partidos en el poder difícilmente hacen críticas duras al gobierno, por más urgentes que resulten. Así que de Morena, PES y PT, sorprendería encontrar un pronunciamiento fuerte en contra de la violencia, y en cambio se esperarían campañas bastante descafeinadas, a lo mejor con excepción de algunas del PT protagonizadas por quienes han marcado su distancia con el gobierno estatal. Pero ¿y todos los demás?

Y seguramente lo que ayer ocurrió, los arranques de campañas proselitistas frente a tres manifestaciones contra la violencia, es un reflejo de la política en el estado durante los últimos años: la ciudadanía reclamando temas urgentes y los políticos hablando de sí mismos y de cómo, ahora sí, se van a portar bien y escucharán los reclamos de la gente. No se trata de usar las demandas de las víctimas como una bandera política, pero ni siquiera escucharlos, omitir la mención al presentar una campaña, es una grosería enorme para quienes sufren por la colección de errores y omisiones de los gobiernos.

Nadie descarta la importancia de temas importantes, como la recuperación económica, las ayudas sociales a grupos vulnerables, la definición del rumbo económico para el estado y el país y decenas de otros en donde la agenda ciudadana se enlaza con la política; pero mientras los políticos quieren discutir sólo eso y decir que son dignos del voto popular, la gente sufre por sus muertos, llora por la pérdida de sus pertenencias, teme ser alcanzada por el crimen. Si así son las campañas, la clase política seguirá buscando legitimidad, sin encontrarla.


@martinellito

dmartinez@elsoldecuernavaca.com.mx

Nadie lo quería así, pero las campañas en Morelos inician marcadas por la violencia, aunque los políticos parecieran no querer verlo. Porque frente al dolor de miles de víctimas del crimen, la respuesta, por lo menos en el primer día de campañas, parece de una sordera insultante.

Mientras colectivos feministas se manifestaron en Huiztilac, Cuernavaca y Cuautla, exigiendo freno a los feminicidios, y una buena parte de la ciudadanía en todo Morelos demanda atención a las dos pandemias (la del Covid-19 y la de la violencia que ni la infección ha sido capaz de ocultar), los aspirantes a diputaciones federales iniciaron con discursos autoidentitarios profundamente corrientes, “me avala mi trabajo”, “yo sí soy de Cuernavaca y quiero a la ciudad”, “no robo, ni miento, no traiciono”, “hay que dar continuidad a los trabajos”, “vamos a quitarle la mayoría al tirano”, “ya fui diputado local y presidente municipal”, y otras frases que demuestran que los que se dicen tan cercanos a la gente no son capaces siquiera de escucharlos.

Por supuesto que la pandemia por Covid-19 marcó muchos discursos, todos insistían en mejorar la estrategia para derrotar al virus y ofrecer apoyos económicos y de empleo a miles de morelenses que han sido afectados por la catástrofe sanitaria. Pero el discurso se debilita profundamente frente a los reclamos de las mujeres a quienes el Estado ha fallado en brindar protección para vivir en libertad; y a los de cientos de familias cuyas vidas fueron profundamente alteradas por hechos delictivos que todos los días se cometen en Morelos frente al insultante mutismo de la clase política.

Los candidatos de partidos en el poder difícilmente hacen críticas duras al gobierno, por más urgentes que resulten. Así que de Morena, PES y PT, sorprendería encontrar un pronunciamiento fuerte en contra de la violencia, y en cambio se esperarían campañas bastante descafeinadas, a lo mejor con excepción de algunas del PT protagonizadas por quienes han marcado su distancia con el gobierno estatal. Pero ¿y todos los demás?

Y seguramente lo que ayer ocurrió, los arranques de campañas proselitistas frente a tres manifestaciones contra la violencia, es un reflejo de la política en el estado durante los últimos años: la ciudadanía reclamando temas urgentes y los políticos hablando de sí mismos y de cómo, ahora sí, se van a portar bien y escucharán los reclamos de la gente. No se trata de usar las demandas de las víctimas como una bandera política, pero ni siquiera escucharlos, omitir la mención al presentar una campaña, es una grosería enorme para quienes sufren por la colección de errores y omisiones de los gobiernos.

Nadie descarta la importancia de temas importantes, como la recuperación económica, las ayudas sociales a grupos vulnerables, la definición del rumbo económico para el estado y el país y decenas de otros en donde la agenda ciudadana se enlaza con la política; pero mientras los políticos quieren discutir sólo eso y decir que son dignos del voto popular, la gente sufre por sus muertos, llora por la pérdida de sus pertenencias, teme ser alcanzada por el crimen. Si así son las campañas, la clase política seguirá buscando legitimidad, sin encontrarla.


@martinellito

dmartinez@elsoldecuernavaca.com.mx