/ viernes 7 de febrero de 2020

El TSJ, la isla de la impunidad

En mayo próximo, el cambio en la presidencia


En la oscuridad de los sótanos que guardan al Poder Judicial en Morelos se practican conductas extraviadas que lastiman y violentan las garantías individuales de la sociedad sin distingo. Se laceran y recriminan a inocentes que por dádivas, tráfico de influencias y corrupción ven arruinadas sus vidas enteras. El Tribunal Superior de Justicia del Estado ha sido víctima de la penetración profunda de fenómenos como la corrupción e impunidad. Los jueces y magistrados han perdido la sensibilidad y humanidad de sus actos. No hay conciliación ni mediación. En conclusión: el Poder Judicial morelense se ha convertido en una “isla de la impunidad”.

El mejor negocio es la aplicación de la ley. De los poros de su estructura, se destila burocracia, despotismo y nepotismo. En algunos casos, el Tribunal Superior de Justicia se ha convertido en negocio familiar o de grupo, sobreponiéndose a los intereses de la población y transitando en la ilegalidad e injusticia social. No es raro escuchar en el vox populi: “los inocentes están presos y los culpables libres”.

En mayo próximo se espera la renovación en la presidencia del Tribunal Superior de Justicia en el Estado de Morelos, lo que ha generado la creación de dos grupos antagónicos; Los que quieren permanecer y los que quieren acceder al poder, debido a que según ellos la actual titular del Poder Judicial Carmen Verónica Cuevas López no ha hecho las cosas correctamente, poniendo en juego la credibilidad en la participación de justicia a través de fenómenos como corrupción, impunidad, tráfico de influencias y violación a los derechos humanos. No es para menos, para este año el presidente del poder judicial tendrá un salario de 105 mil pesos mensuales, poco más del salario que tiene el propio presidente de la República Andrés Manuel López Obrador.

En la práctica, el poder judicial se ha convertido en la “isla de la impunidad”, según el jurista René Cortes Morales, la administración de la justicia en Morelos está repleta de actos que contravienen su actividad como la dilación, corrupción, tráfico de influencia. “Bueno aquí la corrupción esta desde los magistrados, jueces, secretarios de acuerdo, actuarios y hasta los intendentes. Su estructura está impregnada hasta los huesos de actos deshonestos”, explicó.

Sobre la dilación el abogado litigante mencionó; para muestra basta un botón, en el poder judicial en Morelos, solo en promover copias simples de algún expediente se dilatan hasta diez días hábiles y peor aún, el personal tiene durante el año casi 60 días de vacaciones anuales; esto último, agregó, no es importante, lo grave aquí es que se paraliza parcialmente el poder judicial generando mayores problemas en la administración de la justicia.

Cortes Morales mencionó que el poder judicial requiere una cirugía urgente que cambie de “chip” a todo el personal para que verdaderamente se cumpla con el servicio público y se deje a un lado el servicio personal, que ha provocado durante años que el tribunal se hunda en un pantano.

En mayo próximo, el cambio en la presidencia


En la oscuridad de los sótanos que guardan al Poder Judicial en Morelos se practican conductas extraviadas que lastiman y violentan las garantías individuales de la sociedad sin distingo. Se laceran y recriminan a inocentes que por dádivas, tráfico de influencias y corrupción ven arruinadas sus vidas enteras. El Tribunal Superior de Justicia del Estado ha sido víctima de la penetración profunda de fenómenos como la corrupción e impunidad. Los jueces y magistrados han perdido la sensibilidad y humanidad de sus actos. No hay conciliación ni mediación. En conclusión: el Poder Judicial morelense se ha convertido en una “isla de la impunidad”.

El mejor negocio es la aplicación de la ley. De los poros de su estructura, se destila burocracia, despotismo y nepotismo. En algunos casos, el Tribunal Superior de Justicia se ha convertido en negocio familiar o de grupo, sobreponiéndose a los intereses de la población y transitando en la ilegalidad e injusticia social. No es raro escuchar en el vox populi: “los inocentes están presos y los culpables libres”.

En mayo próximo se espera la renovación en la presidencia del Tribunal Superior de Justicia en el Estado de Morelos, lo que ha generado la creación de dos grupos antagónicos; Los que quieren permanecer y los que quieren acceder al poder, debido a que según ellos la actual titular del Poder Judicial Carmen Verónica Cuevas López no ha hecho las cosas correctamente, poniendo en juego la credibilidad en la participación de justicia a través de fenómenos como corrupción, impunidad, tráfico de influencias y violación a los derechos humanos. No es para menos, para este año el presidente del poder judicial tendrá un salario de 105 mil pesos mensuales, poco más del salario que tiene el propio presidente de la República Andrés Manuel López Obrador.

En la práctica, el poder judicial se ha convertido en la “isla de la impunidad”, según el jurista René Cortes Morales, la administración de la justicia en Morelos está repleta de actos que contravienen su actividad como la dilación, corrupción, tráfico de influencia. “Bueno aquí la corrupción esta desde los magistrados, jueces, secretarios de acuerdo, actuarios y hasta los intendentes. Su estructura está impregnada hasta los huesos de actos deshonestos”, explicó.

Sobre la dilación el abogado litigante mencionó; para muestra basta un botón, en el poder judicial en Morelos, solo en promover copias simples de algún expediente se dilatan hasta diez días hábiles y peor aún, el personal tiene durante el año casi 60 días de vacaciones anuales; esto último, agregó, no es importante, lo grave aquí es que se paraliza parcialmente el poder judicial generando mayores problemas en la administración de la justicia.

Cortes Morales mencionó que el poder judicial requiere una cirugía urgente que cambie de “chip” a todo el personal para que verdaderamente se cumpla con el servicio público y se deje a un lado el servicio personal, que ha provocado durante años que el tribunal se hunda en un pantano.