/ martes 14 de enero de 2020

Los rostros de la violencia

Y sucedió una vez más, la experiencia no nos trajo nada positivo y acostumbrados a repetir historias de fracaso, no se hizo nada después de lo sucedido hace dos años en Nuevo León, en aquella ocasión un estudiante de secundaria del Colegio Americano de Monterrey disparó contra su maestra y compañeros con un saldo trágico de tres heridos y dos muertos incluido el perpetrador y luego suicida.

A veinticuatro meses de esos terribles acontecimientos, lamentamos nuevamente la desgracia en una escuela, ahí donde la seguridad de los niños debe ser responsabilidad de todos.

El viernes 10 de enero, la violencia se hizo presente con un niño de 11 años, alumno del prestigiado Colegio Cervantes de Torreón, Coahuila, quien llegó a clases en un día aparentemente como cualquiera, a las 8:20 am pidió permiso a su maestra para ir al baño llevándose su mochila, 15 minutos después, ante la tardanza del menor, la maestra María Assaf Medina “Miss Mary” como la llamaban sus alumnos, acude a buscarlo, pero el niño salió del baño con otra ropa y dos pistolas calibres 22 y 40, ahí la pesadilla inició.

El estudiante disparó contra compañeros y dos maestros entre los que se encontraba miss Mary quien murió a consecuencia, el ataque duró escasos dos minutos y expuso la habilidad en el manejo de armas, el niño agresor decidió ponerle fin a sus días, suicidándose ante la atónita mirada de los presentes.

Los acontecimientos sacudieron la opinión pública nacional y dejaron en evidencia muchas cosas, la primera es un México sumido en la violencia y la inseguridad, el tejido social sufre un deterioro como jamás se había visto, la realidad de nuestros padres era distinta a la vivida hoy en día, esa que enfrentan nuestros niños cotidianamente.

La violencia se ha normalizado en México, solo en 2019 el Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública registró 31 688 homicidios dolosos, un exacto reflejo de lo que se vive.

Los sucesos de Torreón dejan claro que cambiar el rumbo no es únicamente tarea de los gobiernos, la ciudadanía tiene un papel primordial, los niños son de todos y el fracaso hasta ahora también es de todos, aunque haya muchos intentando endosar a sus adversarios políticos.

Ahora muchos tienen propuestas, pero las buenas intenciones duran lo mismo que el impacto mediático, hay quien menciona la urgente necesidad de imponer el operativo mochila como obligatorio en todas las instituciones educativas confundiendo esta acción con una medida preventiva, cuando la verdadera prevención es el acercamiento con los alumnos, hay quien incluso tuvieron la ocurrencia de sugerir un policía al interior de los planteles, pregunta seria: ¿Esto sería para abatir a tiros cualquier niño agresor? Definitivamente hemos perdido la brújula en perjuicio de la infancia, el pequeño José Ángel de Torreón necesitaba ayuda y nadie fue capaz de detectar esa necesidad, ni en su hogar, ni en su escuela.

Pensamos que una vigilancia al contenido de las mochilas puede suplir nuestra responsabilidad de vigilar el contenido de las mentes y los corazones de nuestros niños, hablar con ellos, saber sus inquietudes y preocuparse por sus aspiraciones sin desdeñar sus problemas.

Psicólogos y trabajadores sociales, no policías, esa es la verdadera necesidad en las escuelas públicas y privadas, así como anteponer la comunicación de padres y familiares en cada hogar, al carecer de lo anterior los infantes buscan refugio y dirección en otros lugares, incluyendo el internet.

Ojalá que en esta ocasión sí aprendamos de la terrible experiencia vivida, es urgente cambiar de rumbo como país, observar cómo la realidad nos está rebasando como sociedad; la violencia en México puede tener muchos rostros, incluso uno infantil.


Twitter: @michelleonofre

Y sucedió una vez más, la experiencia no nos trajo nada positivo y acostumbrados a repetir historias de fracaso, no se hizo nada después de lo sucedido hace dos años en Nuevo León, en aquella ocasión un estudiante de secundaria del Colegio Americano de Monterrey disparó contra su maestra y compañeros con un saldo trágico de tres heridos y dos muertos incluido el perpetrador y luego suicida.

A veinticuatro meses de esos terribles acontecimientos, lamentamos nuevamente la desgracia en una escuela, ahí donde la seguridad de los niños debe ser responsabilidad de todos.

El viernes 10 de enero, la violencia se hizo presente con un niño de 11 años, alumno del prestigiado Colegio Cervantes de Torreón, Coahuila, quien llegó a clases en un día aparentemente como cualquiera, a las 8:20 am pidió permiso a su maestra para ir al baño llevándose su mochila, 15 minutos después, ante la tardanza del menor, la maestra María Assaf Medina “Miss Mary” como la llamaban sus alumnos, acude a buscarlo, pero el niño salió del baño con otra ropa y dos pistolas calibres 22 y 40, ahí la pesadilla inició.

El estudiante disparó contra compañeros y dos maestros entre los que se encontraba miss Mary quien murió a consecuencia, el ataque duró escasos dos minutos y expuso la habilidad en el manejo de armas, el niño agresor decidió ponerle fin a sus días, suicidándose ante la atónita mirada de los presentes.

Los acontecimientos sacudieron la opinión pública nacional y dejaron en evidencia muchas cosas, la primera es un México sumido en la violencia y la inseguridad, el tejido social sufre un deterioro como jamás se había visto, la realidad de nuestros padres era distinta a la vivida hoy en día, esa que enfrentan nuestros niños cotidianamente.

La violencia se ha normalizado en México, solo en 2019 el Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública registró 31 688 homicidios dolosos, un exacto reflejo de lo que se vive.

Los sucesos de Torreón dejan claro que cambiar el rumbo no es únicamente tarea de los gobiernos, la ciudadanía tiene un papel primordial, los niños son de todos y el fracaso hasta ahora también es de todos, aunque haya muchos intentando endosar a sus adversarios políticos.

Ahora muchos tienen propuestas, pero las buenas intenciones duran lo mismo que el impacto mediático, hay quien menciona la urgente necesidad de imponer el operativo mochila como obligatorio en todas las instituciones educativas confundiendo esta acción con una medida preventiva, cuando la verdadera prevención es el acercamiento con los alumnos, hay quien incluso tuvieron la ocurrencia de sugerir un policía al interior de los planteles, pregunta seria: ¿Esto sería para abatir a tiros cualquier niño agresor? Definitivamente hemos perdido la brújula en perjuicio de la infancia, el pequeño José Ángel de Torreón necesitaba ayuda y nadie fue capaz de detectar esa necesidad, ni en su hogar, ni en su escuela.

Pensamos que una vigilancia al contenido de las mochilas puede suplir nuestra responsabilidad de vigilar el contenido de las mentes y los corazones de nuestros niños, hablar con ellos, saber sus inquietudes y preocuparse por sus aspiraciones sin desdeñar sus problemas.

Psicólogos y trabajadores sociales, no policías, esa es la verdadera necesidad en las escuelas públicas y privadas, así como anteponer la comunicación de padres y familiares en cada hogar, al carecer de lo anterior los infantes buscan refugio y dirección en otros lugares, incluyendo el internet.

Ojalá que en esta ocasión sí aprendamos de la terrible experiencia vivida, es urgente cambiar de rumbo como país, observar cómo la realidad nos está rebasando como sociedad; la violencia en México puede tener muchos rostros, incluso uno infantil.


Twitter: @michelleonofre