/ jueves 22 de julio de 2021

El repunte de la pandemia

Por un lado está el evidente repunte en contagios por Covid-19 derivado de más contagiosas variantes del virus y el relajamiento de las medidas de precaución derivado del relativo avance en la vacunación; por el otro, la urgencia de mantener la economía, y las relaciones sociales funcionando para reducir la marca que la pandemia ha dejado en la producción, las finanzas, el ánimo, las conciencias de prácticamente toda la humanidad. La disyuntiva es complicada; hay quienes dicen con razón que la vida y la salud son los bienes fundamentales por lo que cualquier esquema debería plantearse para cuidarlas. Por otra parte están quienes advierten de los terribles efectos del encierro, la pauperización de la sociedad, el aumento en los índices de depresión y ansiedad, de la violencia intrafamiliar, la caída estrepitosa en la productividad, la desesperanza y desasosiego que comparten cientos de miles de personas de todas las edades en el mundo, el país, el estado; por lo que la reapertura de actividades es prioritaria.

Conciliar las dos posturas es vital. Se trata de recuperar las actividades diarias con la más alta protección a la salud y la vida posibles. La reunión virtual entre gobernadores y el gabinete federal tuvo ese objetivo entre llamados y regaños. Porque lo cierto es que los estados no parecen estar lo bastante coordinados para evitar el repunte de contagios, pero tampoco se conoce un programa ordenado, científicamente diseñado, racional, que permita esa coordinación para recuperar las actividades. Olga Sánchez Cordero, secretaria de Gobernación, “conminó a trabajar unidos a nivel federal y local para frenar la nueva ola de contagios por coronavirus SARS-Cov-2 en una estrategia que privilegie en todo momento la salud de las y los mexicanos, pero sin descuidar el impacto social que la pandemia ha implicado para la mayoría de la población”, según informa la propia dependencia al dar cuenta del encuentro con gobernadores.

La idea de la reunión era esa, y en ella se vieron retos enormes. Sólo en Morelos (por ejemplo) las escuelas públicas carecen de condiciones para operar en condiciones sanitarias que minimicen el riesgo de contagios; las medidas que se han implementado para garantizar la seguridad en sitios públicos difìcilmente son acatadas por toda la población; los apoyos para la reactivación económica han sido insuficientes para evitar la quiebra de cientos de negocios y la pérdida de miles de empleos. Aún con el semáforo epidemiológico en verde para Morelos, el índice de contagios en las dos semanas recientes es similar al que se tuvo a finales de junio y principios de julio del año pasado (cuando se presentó el primer “pico” de la pandemia y el semáforo estaba en rojo).

La ventaja que se tiene ahora, además del relativo avance en la vacunación, es la enorme voluntad demostrada por empresarios y organizaciones civiles, para colaborar en que el impacto del aumento en contagios no lleve al cierre de negocios. Si los gobiernos municipales y estatal son capaces de entender la crítica, y coordinarse entre sí y con los diversos sectores de la sociedad, la conciliación entre los menores daños a la salud y la economía, serán verdaderamente posibles.


@martinellito

dmartinez@elsoldecuernavaca.com.mx

Por un lado está el evidente repunte en contagios por Covid-19 derivado de más contagiosas variantes del virus y el relajamiento de las medidas de precaución derivado del relativo avance en la vacunación; por el otro, la urgencia de mantener la economía, y las relaciones sociales funcionando para reducir la marca que la pandemia ha dejado en la producción, las finanzas, el ánimo, las conciencias de prácticamente toda la humanidad. La disyuntiva es complicada; hay quienes dicen con razón que la vida y la salud son los bienes fundamentales por lo que cualquier esquema debería plantearse para cuidarlas. Por otra parte están quienes advierten de los terribles efectos del encierro, la pauperización de la sociedad, el aumento en los índices de depresión y ansiedad, de la violencia intrafamiliar, la caída estrepitosa en la productividad, la desesperanza y desasosiego que comparten cientos de miles de personas de todas las edades en el mundo, el país, el estado; por lo que la reapertura de actividades es prioritaria.

Conciliar las dos posturas es vital. Se trata de recuperar las actividades diarias con la más alta protección a la salud y la vida posibles. La reunión virtual entre gobernadores y el gabinete federal tuvo ese objetivo entre llamados y regaños. Porque lo cierto es que los estados no parecen estar lo bastante coordinados para evitar el repunte de contagios, pero tampoco se conoce un programa ordenado, científicamente diseñado, racional, que permita esa coordinación para recuperar las actividades. Olga Sánchez Cordero, secretaria de Gobernación, “conminó a trabajar unidos a nivel federal y local para frenar la nueva ola de contagios por coronavirus SARS-Cov-2 en una estrategia que privilegie en todo momento la salud de las y los mexicanos, pero sin descuidar el impacto social que la pandemia ha implicado para la mayoría de la población”, según informa la propia dependencia al dar cuenta del encuentro con gobernadores.

La idea de la reunión era esa, y en ella se vieron retos enormes. Sólo en Morelos (por ejemplo) las escuelas públicas carecen de condiciones para operar en condiciones sanitarias que minimicen el riesgo de contagios; las medidas que se han implementado para garantizar la seguridad en sitios públicos difìcilmente son acatadas por toda la población; los apoyos para la reactivación económica han sido insuficientes para evitar la quiebra de cientos de negocios y la pérdida de miles de empleos. Aún con el semáforo epidemiológico en verde para Morelos, el índice de contagios en las dos semanas recientes es similar al que se tuvo a finales de junio y principios de julio del año pasado (cuando se presentó el primer “pico” de la pandemia y el semáforo estaba en rojo).

La ventaja que se tiene ahora, además del relativo avance en la vacunación, es la enorme voluntad demostrada por empresarios y organizaciones civiles, para colaborar en que el impacto del aumento en contagios no lleve al cierre de negocios. Si los gobiernos municipales y estatal son capaces de entender la crítica, y coordinarse entre sí y con los diversos sectores de la sociedad, la conciliación entre los menores daños a la salud y la economía, serán verdaderamente posibles.


@martinellito

dmartinez@elsoldecuernavaca.com.mx