/ domingo 13 de septiembre de 2020

¿Hay evidencias?

En una de sus declaraciones más arriesgadas, el gobernador Cuauhtémoc Blanco insinúa contar con pruebas de que el ex gobernador, Graco Ramírez, y el ex comisionado de Seguridad Pública, Alberto Capella (sus villanos favoritos), tenían un pacto con delincuentes. Las declaraciones surgen a unos días de que los escandalosos hechos violentos en varias partes del estado, la crisis económica que ha hecho al estado perder más de diez mil empleos, las muertes por Covid-19, y la caída estrepitosa en la popularidad del gobernador, hayan llevado a no pocos a establecer comparaciones entre los ex mandatarios en que se concluía que probablemente Graco Ramírez no hubiera sido tan malo.

A Cuauhtémoc Blanco no le agrada perder, su carrera como futbolista es evidencia de ello. El gobernador seleccionó a su némesis (como se requiere en la narrativa maniquea), y los resultados de su antecesor, sea como sea, parecen mejores que los del actual gobernador a quien se le ha complicado todo y aparece ausente para muchos, pasmado para otros, y para la mayoría insuficiente para enfrentar la situación de crisis general en el estado.

Mucho de lo que padece Blanco es herencia, algunas cosas mayormente de la administración de Graco, como la deuda estatal, el encono entre la clase política; otras son bastante añejas, las condiciones de inseguridad creciente, la escasa productividad, la evidente corrupción en diversas esferas gubernamentales; y también hay otras que caen básicamente en la cancha de Blanco; la falta de respuestas, el diseño ineficiente de políticas públicas, la persecución simbólica o anulación de los opositores a su gobierno.

Blanco vive las peores condiciones para cualquier gobernador. Al profundo desgaste de las instituciones gubernamentales (ayuntamientos, poderes legislativo y judicial, y por supuesto la gubernatura en sí misma), que inició desde el arribo al poder de Sergio Estrada Cajigal; se suma la rápida caída en el respaldo a la figura personal del gobernador, lo que genera múltiples efectos colaterales, entre los que podríamos destacar dos: la reaparición de figuras políticas del pasado ante la falta de alternativas ofrecidas desde la institucionalidad de los partidos políticos; y la enorme desesperanza de miles de electores que apostaron ya a todas las banderas políticas sin que alguna de ellas haya obtenido resultados.

El resurgimiento de figuras vinculadas al terrible pasado político de Morelos evidencia lo profundo de la crisis; si la elección debe estar en lo que ha sido menos malo para el estado, el desgaste continuará y los morelenses, tal como ha ocurrido los últimos años tendrán que continuar resolviendo el problema de la supervivencia del y en el estado por sí mismos

Es la amenaza de renacimiento de esas figuras lo que parece enfrentar la advertencia del gobernador sobre presuntas pruebas que no parece haber presentado. Si se trata de un amago sin sustento es grave. De ser cierto, Cuauhtémoc, tendría que informar a profundidad y proceder jurídicamente en serio y no hasta que los tiempos políticos permitan. La experiencia nos dice que ocurrirá muy poco.


@martinellito

dmartinez@elsoldecuernavaca.com.mx

En una de sus declaraciones más arriesgadas, el gobernador Cuauhtémoc Blanco insinúa contar con pruebas de que el ex gobernador, Graco Ramírez, y el ex comisionado de Seguridad Pública, Alberto Capella (sus villanos favoritos), tenían un pacto con delincuentes. Las declaraciones surgen a unos días de que los escandalosos hechos violentos en varias partes del estado, la crisis económica que ha hecho al estado perder más de diez mil empleos, las muertes por Covid-19, y la caída estrepitosa en la popularidad del gobernador, hayan llevado a no pocos a establecer comparaciones entre los ex mandatarios en que se concluía que probablemente Graco Ramírez no hubiera sido tan malo.

A Cuauhtémoc Blanco no le agrada perder, su carrera como futbolista es evidencia de ello. El gobernador seleccionó a su némesis (como se requiere en la narrativa maniquea), y los resultados de su antecesor, sea como sea, parecen mejores que los del actual gobernador a quien se le ha complicado todo y aparece ausente para muchos, pasmado para otros, y para la mayoría insuficiente para enfrentar la situación de crisis general en el estado.

Mucho de lo que padece Blanco es herencia, algunas cosas mayormente de la administración de Graco, como la deuda estatal, el encono entre la clase política; otras son bastante añejas, las condiciones de inseguridad creciente, la escasa productividad, la evidente corrupción en diversas esferas gubernamentales; y también hay otras que caen básicamente en la cancha de Blanco; la falta de respuestas, el diseño ineficiente de políticas públicas, la persecución simbólica o anulación de los opositores a su gobierno.

Blanco vive las peores condiciones para cualquier gobernador. Al profundo desgaste de las instituciones gubernamentales (ayuntamientos, poderes legislativo y judicial, y por supuesto la gubernatura en sí misma), que inició desde el arribo al poder de Sergio Estrada Cajigal; se suma la rápida caída en el respaldo a la figura personal del gobernador, lo que genera múltiples efectos colaterales, entre los que podríamos destacar dos: la reaparición de figuras políticas del pasado ante la falta de alternativas ofrecidas desde la institucionalidad de los partidos políticos; y la enorme desesperanza de miles de electores que apostaron ya a todas las banderas políticas sin que alguna de ellas haya obtenido resultados.

El resurgimiento de figuras vinculadas al terrible pasado político de Morelos evidencia lo profundo de la crisis; si la elección debe estar en lo que ha sido menos malo para el estado, el desgaste continuará y los morelenses, tal como ha ocurrido los últimos años tendrán que continuar resolviendo el problema de la supervivencia del y en el estado por sí mismos

Es la amenaza de renacimiento de esas figuras lo que parece enfrentar la advertencia del gobernador sobre presuntas pruebas que no parece haber presentado. Si se trata de un amago sin sustento es grave. De ser cierto, Cuauhtémoc, tendría que informar a profundidad y proceder jurídicamente en serio y no hasta que los tiempos políticos permitan. La experiencia nos dice que ocurrirá muy poco.


@martinellito

dmartinez@elsoldecuernavaca.com.mx